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cordial en su trato con sus colegas científicos, nunca perdió el
tiempo en ocupaciones mundanas. Por ello, llegó a los veintiocho
años sin novia conocida, a pesar de no ser mal parecido, tener una
economía más que saneada y ser agradable en el trato.
Así es que estaba disponible cuando uno de sus supervisores
en la Ferme, Jacques Paulze, necesitó un novio para librar a su
hija de un matrimonio que se anticipaba desgraciado. El enlace
fue concertado en pocas semanas y la boda tuvo lugar en diciem-
bre de 1771. Resultó ser una decisión muy feliz, porque Lavoisier
encontró entonces a una esposa con la que formaría un equipo de
trabajo perfecto, y ello a pesar de que la joven novia aún no había
cumplido los catorce años cuando se casó.
EL EXPERIMENTO DEL PELÍCANO
Dos años antes de la boda, cuando ya era miembro de la Academia
y se había formalizado su participación en la Ferme, Lavoisier
acometió su primer gran experimento, utilizando para ello la me-
todología que habría de seguir el resto de su carrera. Desde que
había elaborado el proyecto de abastecimiento de aguas de una
gran ciudad, la naturaleza de este «cuerpo» había atraído su aten-
ción. De hecho, la ubicuidad y las propiedades singulares del agua
ya habían atraído el interés de multitud de científicos.
Como se ha indicado anteriormente, en la filosofía griega, el
agua era uno de los cuatro elementos esenciales. Era vital para
todos los seres vivos y durante mucho tiempo se creyó que era un
cuerpo simple, que no podía ser descompuesto. Van Helmont rea-
lizó un experimento en la primera mitad del siglo XVII que le llevó a
postular que este elemento primordial podía transformarse en tie-
rra El científico flamenco plantó un sauce llorón con una cantidad
medida de tierra humedecida con agua y cuidó del árbol durante un
período de cinco años. El sauce aun1entó su masa en 75 kg, mien-
tras que la tierra disminuyó la suya en tan solo 57 g. Van Helmont
supuso que el árbol había ganado masa únicamente a través del
agua de lluvia, es decir, que el agua se había transmutado en tierra
36 UN CIENTÍFICO ENTRE ABOGADOS