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Para intentar poner orden en este caos, a comienzos de la
década de 1780, el químico Louis-Bernard Guyton de Morveau in-
tentó sistematizar los nombres de los cuerpos simples y compues-
tos. El interés de Guyton de Morveau provenía de la demanda que
le había hecho Denis Diderot para que escribiera el capítulo de la
Enciclopedia Francesa dedicado a la química. El problema princi-
UN NUEVO LENGUAJE
En 1787 Lavoisier presentó en la Academia los principios generales sobre los
cuales se había construido la nueva nomenclatura química:
Las lenguas no intentan únicamente expresar ideas e imágenes mediante signos,
sino que además son sistemas analíticos por medio de los cuales avanzamos de
lo conocido a lo desconocido, y en cierta manera, de forma similar a los matemá-
ticos. El álgebra es el método analítico por excelencia que ha sido diseñado para
facilitar las operaciones de comprensión, para hacer el razonamiento más conciso
y para condensar en unas pocas lineas lo que habría requerido muchas páginas
de discusión; resumiendo, el álgebra se ha diseñado para llegar a un método más
conveniente, rápido y certero de solucionar las cuestiones más complicadas. Pero
si reflexionamos veremos que el álgebra es un lenguaje real que, como todos los
lenguajes, tiene sus símbolos representativos, sus métodos, su gramática. Así pues,
un método analítico es un lenguaje y un lenguaje es un método analítico, y estas
dos expresiones son, en cierto sentido, sinónimas. Si el lenguaje es un instrumento
1 diseñado por el hombre para facilitar su razonamiento, debe ser el mejor posible;
luchar para perfeccionarlo es de hecho trabajar para el avance de la ciencia. Para
aquellos que comienzan a estudiar la ciencia, el perfeccionamiento del lenguaje es
de la mayor importancia. [ ... ] Tenemos que distinguir tres cosas en todas las cien-
cias físicas: la serie de hechos que constituyen la ciencia, las ideas que surgen en
nuestra mente a raíz de esos hechos y las palabras que las expresan. La palabra
debe dar origen a la idea, y la idea debe dibujar el hecho; son tres caras del mismo
sello, y como las palabras son las que transmiten, la ciencia nunca puede llegar a
la perfección si el lenguaje no se ha perfeccionado primero. Por ello, por ciertos
que sean los hechos y correctas las ideas, solo transmitirán falsas impresiones si
no hay expresiones apropiadas para ellas. El perfeccionamiento de la nomencla-
tura química considerada desde este punto de vista consiste en expresar ideas y
hechos de la forma más precisa posible, sin suprimir nada que presenten y sobre
todo sin añadirles nada; no deben ser nada más que un espejo verdadero, porque
no nos cansaremos de decir que no es la naturaleza, los hechos que la naturaleza
nos presenta, sino nuestro propio razonamiento lo que nos decepciona.
82 UNA CIENCIA NUEVA