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el hecho de que por ahora convivan diferentes sistemas de rudo-
                     mas se debe simplemente a que todavía los matemáticos no han
                     sido capaces de determinar cuál es el sistema correcto.  Según
                     los platonistas, cuando se haya determinado cuál es la verdadera
                     teoría de conjuntos, lo que ella dictamine acerca de la existencia,
                     o no, de los conjuntos inaccesibles será la verdad.
                         El formalismo, en cambio, sostiene que la matemática es sim-
                     plemente una creación hun1ana, similar en muchos aspectos a la
                     música o la literatura. Las matemáticas, según este punto de vista,
                     son esencialmente un juego lingüístico en el que hay ciertos pun-
                     tos de partida -que son los rudomas- y ciertas reglas lógicas que
                     permiten sacar conclusiones a partir de ellos. El trabajo del mate-
                     mático consistiría, según este punto de vista, en descubrir hacia
                     dónde nos llevan las reglas de juego; este trabajo no sería muy
                     diferente, en el fondo, al que hace un ajedrecista cuando busca la
                     jugada óptima en una cierta posición del tablero.
                         Para el formalismo, la cuestión de si los conjuntos «inaccesi-
                     bles» existen, o no, carece de todo sentido; para ciertos sistemas
                     de reglas la respuesta es que sí existen, para otros sistemas de re-
                     glas la respuesta es que no existen, pero eso es todo lo que puede
                     decirse al respecto. Ambas posturas tienen sus matices, las dos
                     tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y las dos conviven
                     hoy en día en el pensamiento de los matemáticos.
                         La discusión entre platonismo y formalismo es un producto
                     de la crisis de los fundamentos, por lo que Cantor no llegó a co-
                     nocerla, pero, de haber sabido del debate, ¿con cuál de las dos
                     posturas se habría sentido identificado? Por una parte, dijimos
                     que Cantor creía que los matemáticos tenían libertad absoluta en
                     la definición de conceptos y la postulación de sus propiedades,
                     con la única limitación de que estas no conduzcan a contradic-
                     ciones lógicas;  esa postura lo acercaría al formalismo.  Pero,  al
                     mismo tiempo, en algunos textos Cantor parece sostener la creen-
                     cia de que esos conceptos definidos por los matemáticos tienen
                     una existencia objetiva en la mente de la divinidad, y esta idea lo
                     acercaría al platonismo.
                         El debate entre el platonismo y el formalismo se vincula, final-
                     mente, con la solución del problema de la hipótesis del continuo






          166        LAS PARADOJAS DEL INFINITO
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