Page 40 - 21 Faraday
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organum (1620) sería la base sobre la que se cimentaría el nuevo
                    racionalismo. La Iglesia perdía cada vez más terreno en un mundo
                    donde se empezaba a disfrutar de avances científicos sin prece-
                    dentes,  como el ferrocarril o el Canal de Suez,  lo que motivó a
                    algunos científicos a escribir que la batalla entre ciencia y fe  lle-
                    gaba a su fin;  si acaso, la religión se convirtió en otro sistema de
                    creencias un poco más moderno y sofisticado: el 31  de marzo
                    de  1848 nacía el espiritualismo, una forma totalmente democrá-
                    tica de comunicarse con los seres queridos fallecidos,  algo así
                    corno la versión mística del teléfono o el telégrafo para enlazar
                    con el Más Allá. Por consiguiente, no deja de ser irónico que el fí-
                    sico experimental más importante del siglo xrx fuera precisamente
                    un seguidor de la versión más tradicional de la religión cristiana,
                    si bien Faraday siempre tildó al espiritualismo de engaño para
                    mentes poco formadas.
                        La fe, no obstante, no fue en ningún momento obstáculo en el
                    conocimiento científico de Faraday, la naturaleza estaba «escrita
                    por el dedo de Dios». Tal y corno el propio Faraday citaba durante
                    sus lecciones públicas, el Nuevo Testamento era bastante claro
                    en este aspecto, según la Epístola a los Romanos de san Pablo
                    (Roro, 1:20-21):

                        Desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder
                        y divinidad, son conocidos mediante las obras. De manera que son
                        inexcusables, por cuanto conociendo a Dios, no le glorificaron corno
                        a Dios.

                        Esta postura ante sus descubrimientos también nos revela
                    algo esencial acerca de las aplicaciones tecnológicas de los mis-
                    mos: que a Faraday le parecían irrelevantes. La motivación prin-
                    cipal para seguir descubriendo cómo funcionaba la naturaleza no
                    residía en facilitar la vida de la gente, sino en acertar a distinguir
                    las huellas de Dios.
                        Por esa razón, al abordar cualquier nuevo misterio científico lo
                    hacía desde un enfoque tan heterodoxo que lograba intuir aspectos
                    que a los científicos instruidos académicamente les pasaban des-
                    apercibidos. Irónicamente, aceptaba literalmente y sin preguntas






        40          BUSCANDO LA CHISPA DIVINA
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