Page 37 - 21 Faraday
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Además de una mente menos influida por el paradigma cientí-
fico vigente, Faraday tenía otra ventaja frente al resto de científicos
contemporáneos: era un sandemaniano de insaciable curiosidad
que sencillamente buscaba a Dios a través de las leyes de la natu-
raleza. Unas leyes, suponía, que tenían que ser comprensibles, lo
cual representaba otra chispa de inspiración para Faraday.
«Las obras naturales de Dios nunca pueden entrar
en contradicción con las cosas más elevadas que
pertenecen a nuestra existencia futura.»
- MICHAEL FARADAY.
Leyendo al francés André-Marie Ampere (1775-1836), advirtió
que este ya había establecido una conexión entre el magnetismo
y la electricidad. Debido a que los textos de Ampere le resultaban
casi indescifrables a causa del alto nivel de matemáticas con el
que se expresaba, no acababa de entender la hipótesis del cientí-
fico francés de que la electricidad era el flujo de alguna clase de
fluido dentro de los alambres, y de que dicho fluido podría mode-
larse matemáticamente para descubrir el origen del magnetismo.
De modo que Faraday se enfrentó a aquel misterio usando como
base otro texto, aunque no precisamente científico, lo que le aca-
rreó no pocas críticas de sus contemporáneos: la lectura sande-
maniana de la Biblia.
LA SECTA CRISTIANA
Muchos son los científicos que, ante sus descubrimientos, se sien-
ten solo como un pequeño engranaje más de una larga cadena
de otros descubrimientos. A su vez, dichos hallazgos no solo son
fruto del esfuerzo intelectual sino del azar. Por ejemplo, Alan
Lloyd Hodgkin (1914-1998), premio Nobel de Fisiología, sentía
cierta culpa por recibir él todo el reconocimiento de sus descu-
brimientos, cuando gran parte de ellos nacían de la casualidad y la
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