Page 36 - 21 Faraday
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Faraday continuaba siendo  un  chico  entusiasta y  burlón,
                    como demuestra alguna de las anécdotas sucedidas en la institu-
                    ción. Una tarde de 1813, se coló de rondón con su amigo Abbott
                    en el laboratorio para reír sin control tras inhalar el óxido de nitró-
                    geno -gas hilarante- que el director de la institución guardaba
                    para uno de sus experimentos. Con todo, Faraday también tenía
                    un lado serio y en poco tiempo se reveló como un gran experimen-
                    tador de curiosidad insaciable, así como un trabajador incansable,
                    diligente y con una gran capacidad de sacrificio, probablemente
                    inspirada por la secta sandemaniana a la que pertenecía. Como
                    ejemplo  de  ello,  Richard Phillips,  amigo  de Faraday,  le  pidió
                    que escribiera un relato histórico sobre los descubrimientos en
                    tomo a la electricidad para la revistaAnnals of Philosophy. Cual-
                    quier otro se hubiese limitado a consultar unas cuantas fuentes
                    bibliográficas, pero Faraday, con un entusiasmo inaudito, leyó y
                    recopiló todos los artículos publicados sobre el tema, y a conti-
                    nuación recreó todos los experimentos que allí se narraban. Sin
                    pretenderlo, pues, con la simple finalidad de cumplir un encargo,
                    Faraday empezó a tener un conocimiento tan exhaustivo de los
                    límites teóricos y experimentales de la electricidad que empezó a
                    plantearse nuevos retos en esta rama de la ciencia.
                        En aquella época se conocía que las cargas eléctricas similares
                    se repelían mutuamente, así como que una corriente eléctrica era
                    capaz de producir un campo magnético: circulando por un conduc-
                    tor, la corriente eléctrica producía un efecto magnético que podía
                    ser detectado con la ayuda de una brújula. Pero los físicos aún ig-
                    noraban la naturaleza de la electricidad. Faraday, con la curiosidad
                    limpia de un niño, advirtió que la mejor forma de progresar en esta
                    área era encontrar la conexión entre el magnetismo y la electri-'
                    cidad.  Esta curiosidad, así como sus objetivos, tal vez hubieran
                    escandalizado a un científico ortodoxo, pero Faraday no era un
                    científico académico, así que no estaba lastrado, tal y como lo es-
                    taban sus contemporáneos, por las matemáticas que Isaac Newton
                    había desarrollado a finales del siglo xvrr. El funcionamiento del uni-
                   verso newtoniano era comparable al de las entrañas de un reloj, y
                    en ese universo no había lugar para el espacio vacío entre los obje-
                   tos sólidos, no había telarañas invisibles que conectaran las cosas.






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