Page 124 - 07 Schrödinger
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«sharp» («nítido»), p  de «principal», d de «difuso» y f  de «funda-
                     mental» (figura 3).
                         En las funciones solución 'ljJ,  aparecen los mismos números
                     cuánticos n, m  y l del modelo de Sommerfeld. Aquí intervienen
                     como parámetros que ayudan a moldear los orbitales. El número
                     l señala el modelo: l = O corresponde a un orbital s; l = 1, a uno p;
                     l = 2, a uno d; l = 3, a uno f  El número n proporciona una noción de
                     escala, si para un modelo dado el orbital es más grande o más
                     pequeño. El número m se relaciona con el modo en que se orien-
                     tan los modelos. Jugando con estos parámetros, de la cadena de
                     montaje atómica salen un orbital s, tres variedades de orbitales p,
                     cinco de d y siete def, que incorporan diversas adaptaciones pos-
                     teriores en función de la energía (figuras 4 y 5).
                         A medida que aumenta la escala con n, y por tanto la energía,
                     dentro de cada modelo se introducen estrangulaciones, que re-
                     cuerdan las manipulaciones de un artista callejero al retorcer un
                     globo para componer la figura de un perro salchicha. Desempe-
                     ñan el papel de los nodos en la cuerda vibrante, cuyo número
                     también se incrementaba con la energía. En el contexto atómico
                     señalan zonas donde se anula la probabilidad de encontrar al
                     electrón. Una parte de estas singularidades surge de las funcio-
                     nes radiales que examinamos en el capítulo anterior y de la fun-
                     ción probabilidad P(r) construida a  partir de su cuadrado.  Si
                     estudiáramos los distintos orbitales recurriendo al experimento
                     de los cien átomos y después practicáramos un corte transversal
                     en las nubes, localizaríamos los nodos con facilidad, como áreas
                     vacías donde no hay puntos (figura 6, página 126).
                         Salvo en los casos más sencillos, como en el átomo de hidró-
                     geno, resulta imposible extraer con lápiz y papel soluciones ex-
                     plícitas de la ecuación de  Schrodinger,  es decir,  expresiones
                     formadas por funciones conocidas que relacionen mediante ope-
                     raciones sus variables y constantes. Sin embargo, una vez plan-
                     teada, se pueden ensayar aproximaciones. Quizá la más simple
                     consista en suponer que un átomo con siete electrones, por ejem-
                     plo, ofrece el aspecto que se obtendría al superponer ( como en
                     varias capas de Photoshop o apilando dibujos en láminas trans-
                     parentes) las soluciones de siete átomos de hidrógeno indepen-





          124        LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO
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