Page 129 - 07 Schrödinger
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respuesta. La teoria resulta muy productiva, pero no nos acerca
       más al secreto del Viejo. En cualquier caso, estoy convencido de
       que Él no juega a los dados». Born quedó consternado ante esta
       alusión a la interpretación estadística: «El veredicto de Einstein
       sobre la mecánica cuántica cayó corno una losa». Menos preocu-
       pación (y en parte menos respeto) mostraron los más jóvenes. En
       su correspondencia privada, Heisenberg se burlaba de Einstein,
       De  Broglie y Schrodinger hermanándolos bajo el apelativo de
       «caballeros del continuo».


               «Sabe Dios que no soy muy amigo de la teoría estadística.
                   La he odiado desde el mismo momento en que nuestro
                         querido amigo Max Bom la trajo a este mundo.»

                                     -  SCHlU'.iDINGER  A  PROP_ÓSITO  DEL  TRABAJO  DE  MAx BORN.
           Se perfilaron, pues, dos frentes.  Por un lado se fraguó una
       coalición entre Gotinga y  el Instituto de Bohr, que alumbró la
       versión canónica de la mecánica cuántica, la llamada interpreta-
       ción de Copenhague. Por otro, los radicales libres de Einstein y
       Schrodinger se dedicaron a minar sus cimientos. No se trataba de
       una cuestión personal, solo era ciencia. Con todo, la apertura
       de mente que se presupone en un científico apenas se tradujo en
       conversos  entre  ambos bandos. Schrodinger jamás aceptó  el
       modo en que Born había adulterado su función de onda y,  hacia
       el final de su vida, ante el éxito casi unánime de la interpretación
       estadística, se lo reprochaba con humor, cariño y una pizca de
       indignación:


           Maxel, sabes que te quiero y que eso es algo que nada puede cam-
           biar, pero tengo que darte un buen rapapolvo. Así que no te muevas.
           La falta de pudor con la que aseguras una y otra vez que la interpre-
           tación de Copenhague ha sido aceptada de un modo casi universal,
           asegurarlo sin ninguna reserva, incluso frente a una audiencia de
           legos --que están completamente a tu merced- fuerza los límites
           del decoro. ¿De verdad estás tan convencido de que pronto la raza
           humana se rendirá a tu insensatez?






                                                LA  BÚSQUEDA DEL SENTIDO   129
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