Page 132 - 07 Schrödinger
P. 132

invitación de Sommerleld y Wilhelm Wien para impartir un semi-
                       nario sobre su nueva mecánica ondulatoria. Por descontado, Hei-
                      senberg  no  pudo  resistir  la  tentación  de  acudir  a  sus  dos
                       conferencias. Cuando Schrodinger acabó su exposición en la se-
                      gunda y se abrió el debate al público, Heisenberg le planteó cómo
                      podía explicar una serie de fenómenos que escogió con alevosía
                      por su acusada naturaleza corpuscular,  como  era el  caso  del
                      efecto fotoeléctrico, los experimentos de Compton o la cuantiza-
                      ción en el horno de Planck. Schrodinger no conocía la respuesta,
                      pero Wien, que oficiaba de moderador, se interpuso entre ambos
                      para que las objeciones ni siquiera le rozaran. Incluso le llegó a
                      espetar a Heisenberg: «Mire, joven, el profesor Schrodinger segu-
                      ramente aclarará estas cuestiones en su momento. Lo  que debe
                      comprender es que ahora todo ese disparate de los saltos cuánti-
                      cos se ha acabado». Schrodinger debió de sentirse satisfecho con
                      el veredicto.
                          Heisenberg salió a la calle echando chispas.  De  nuevo,  su
                      amigo Pauli fue el depositario de su indignación, en este caso con-
                      tra Wien:  «¡Casi me echa de la sala!». Su frustración iba más allá
                      del trato recibido:  «Schrodinger simplemente tira por la borda
                      todos los efectos teoricocuánticos, como el efecto fotoeléctrico,
                      las colisiones de Franck, el efecto de Stem-Gerlach, etc. Así no es
                      tan difícil construir una teoría». Cuando le dejó de hervir la san-
                      gre, esa misma tarde, se puso en contacto con sus padrinos, Bom
                      y Bohr. El resultado fue que Schrodinger recibió una cordial invi-
                      tació_n  de Bohr para que fuera a visitarle en octubre a Copenha-
                      gue,  donde tendrían ocasión de  discutir con calma sus ideas.
                      Heisenberg no  se perdió el  acontecimiento y  conservó un re-
                      cuerdo muy vívido del encuentro:


                          Las discusiones entre Bohr y Schrodinger se iniciaron en la misma
                          estación de Copenhague y se reanudaron cada día, desde la mañana
                          temprano hasta bien entrada la noche. Schrodinger se hospedaba en
                          casa de los Bohr, así que apenas había distracciones del exterior que
                          pudiesen interrumpir la conversación. Pese a que Bohr solía ser muy
                          respetuoso y amable en su trato personal, en esta ocasión se mostró
                          prácticamente como un fanático implacable que no estaba dispues-






           132        LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO
   127   128   129   130   131   132   133   134   135   136   137