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ejército de científicos es una buena metáfora de lo que estaba su-
cediendo, ya que en aquellos momentos se estaban cambiando los
mismos cimientos de la física. Sin embargo, tal y como ocurre con
frecuencia en todo proyecto arquitectónico, los planos no siem-
pre cuadraban. Tampoco lo hacían los proyectos diseñados por
Heisenberg, Pauli, Bom y Bohr con los desarrollados por Schro-
dinger y De Broglie. Había que desechar uno de los dos, o acertar
en su interpretación para compatibilizarlos.
Bohr consiguió que su interlocutor preferido, Heisenberg,
aceptara una plaza de profesor en Copenhague durante un año,
con lo que ambos pudieron seguir cimentando los fundamentos
básicos de la mecánica cuántica. Porque esto es lo que sucedió
en el curso académico de 1926-1927. Parte de la reforma del Ins-
tituto de Física Teórica consistió en remodelar lo que había sido
la vivienda de los Bohr en los pisos superiores del edificio, de
modo que pudieran utilizarse como alojamiento por los investi-
gadores visitantes. La familia Bohr, por su parte, se trasladó a
una pequeña villa adyacente. Heisenberg fue el encargado de es-
trenar la vivienda para los científicos visitantes y de comprobar
las ventajas de estar tan cerca de Bohr día y noche. Heisenberg
recordaría tiempo después:
A veces Bohr se presentaba en mi habitación a las 8 o las 9 de la
mañana y me preguntaba: «qué opinas tú de esto», para inmediata-
mente seguir él hablando y hablando, contestando la pregunta que
él mismo había formulado. Y así hasta la medianoche.
Una de las cuestiones fundamentales que preocupaba a ambos
físicos era, por supuesto, la existencia de dos teorías totalmente
distintas en sus principios, pero igualmente útiles, especialmente
cuando Heisenberg, al poco de llegar a Copenhague, resolvió el pro-
blema del espectro del helio ¡aplicando los métodos de Schrodinger
junto con el principio de exclusión y el concepto de espín! Había lle-
gado el momento para que Bohr invitara a Schrodinger, a quien to-
davía no conocía personalmente, a pasar unos días en Copenhague.
Esa visita, que tuvo lugar a finales del verano de 1926, quedó
marcada en la mente de todos los presentes. Bohr fue a recibir
102 CATALIZADOR DEL MUNDO CUÁ NTICO