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solo una década, su radicalidad había quedado obsoleta y  que
      unos jóvenes como Heisenberg y Pauli estaban cambiando la faz
      de la física. Pero quien de verdad se dio cuenta de lo que Heisen-
      berg había hecho fue su antiguo maestro y compañero en Gotinga,
      Max Born, quien, más matemático que físico, vio que las relacio-
      nes numéricas que Heisenberg había encontrado coincidían con el






            JÓVENES BRILLANTES Y DESACOMPLEJADOS
            Los  historiadores de  la  ciencia  se  han
            preguntado muchas veces cómo fue po-
            sible que una generación de jóvenes, que
            en  su  mayoría procedían de Alemania y
            Austria, consiguiera cambiar la  faz de la
            física en tan pocos años. La necesidad de
            explicar fenómenos totalmente nuevos
            aparecidos tras el descubrimiento de los
            rayos X,  la radiactividad y el  electrón, es
            un argumento, pero no es suficiente. Los
            jóvenes científicos de los territorios que
            perdieron la  Primera Guerra Mundial vi-
            vieron tiempos muy turbulentos. La hipe-
            rinflación en Alemania y, en menor medi-
            da, en  Austria, junto con los constantes
            movimientos revolucionarios a izquierda
                                              Werner Heisenberg.
            y derecha del espectro político, crearon
            un clima de incertidumbre, donde el con-
            cepto de «probabilidad» se  imponía frente al  concepto de «certeza causal».
            Además, los jóvenes científicos se veían en la  necesidad de romper con la
            tradición antigua, aquella que había conducido a sus países al  gran desastre
            militar de la Gran Guerra. Hay un segundo aspecto que conviene también men-
            cionar. En un clima de crisis e incertidumbre, era necesario llamar la atención
            sobre uno mismo si  se quería conseguir un puesto en la  universidad. El  clima
            socioeconómico propiciaba, así, la aparición de jóvenes con ideas arriesgadas
            en busca de un futuro profesional. Evidentemente, solo aquellas ideas revolu-
            cionarias que funcionaban eran tenidas en cuenta, y podríamos hallar muchos
            jóvenes científicos cuyas teorías pasaron a mejor vida y cuyos nombres nunca
            llegaron a los libros de historia de la  ciencia. Pero también es  indudable que
            para personajes como Heisenberg y Pauli habría sido más difícil ser aceptados
            en un ambiente más estable, más tradicional.








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