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modo que se pudiera seguir su itinerario gracias a la detección
          de su radiactividad.  Con este método se podrían observar, por
          ejemplo, obstrucciones que sean indicativas de alguna anomalía,
          malformación o tumor.





          EL NÚCLEO SE ROMPE

          De todas las partículas aparecidas en la década de 1930 el neu-
          trón se convirtió en la gran estrella de la física:  al tener carga
          neutra, era relativamente fácil utilizar neutrones para investigar
          el interior del núcleo, ya que no eran ni atraídos ni repelidos por
          este. Muchos laboratorios de física de Europa, y algunos de Es-
          tados Unidos y Japón, se dedicaron a la exploración nuclear con
          neutrones. Pronto se vio que, a veces, al bombardear átomos con
          neutrones, estos últimos eran absorbidos por el núcleo, con lo que
          este se transformaba en otro isótopo del mismo elemento. Pero
          los nuevos núcleos eran inestables, con lo que pronto se desin-
          tegraban emitiendo radiactividad. Así se pasó a fabricar nuevos
          elementos radiactivos.  Especialmente fascinantes eran los ele-
          mentos transuránicos; es decir, aquellos elementos que estaban
          más allá del uranio en la tabla periódica.
              El proyecto que cambiaría para siempre la física nuclear lo
          llevaron a  cabo Lise Meitner,  Otto Hahn (1879-1968)  y el joven
          químico  Fritz  Strassmann  (1902-1980).  Estaba claro  que  si la
          parte física consistía en bombardear átomos con neutrones, se
          precisaba de los químicos para analizar la identidad de los áto-
          mos resultantes. Pero en 1938 Meitner, de origen judío, tuvo que
          abandonar Berlín a causa de la persecución nazi,  con lo que el
          proyecto quedó en manos de Hahn y Strassmann. Meitner tenía la
          sensación creciente de que alguna de las hipótesis que estaba uti-
          lizando era incorrecta, pues el comportanuento de los elementos
          trans-uránicos no coincidía con el esperado.
              Parece que  en  una entrevista que  mantuvieron Meitner y
          Hahn en el Instituto de Bohr, en Copenhague, la investigadora aus-
          tríaca sugirió volver a analizar tales elementos con la esperanza






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