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siderara como uno de los daneses más influyentes en la cultura o
las ciencias a nivel nacional e internacional. Habitar esa residen-
cia era un honor, pero ello también conllevaba numerosas obli-
gaciones protocolarias y de representación, ya que en la mansión
se celebraban recepciones con participantes tan ilustres como
los reyes de Dinamarca, o miembros destacados de la política, la
econonúa y la cultura. En estas tareas, los Bohr, especialmente
Margrethe, fueron siempre unos grandes anfitriones.
Los primeros invitados de honor que los Bohr acogieron ert
su nueva residencia, en septiembre de 1932, fueron Rutherford y
su esposa, quienes recientemente habían recibido el homenaje de
la Corona británica al concedérseles los títulos de lord y lady Ru-
therford de Nelson. Fue, indudablemente, un momento especial-
mente emotivo para los dos viejos amigos. Habían pasado veinte
años desde que tuvo lugar su primer encuentro; entonces, la infor-
mación que se disponía acerca de la estructura del átomo era nú-
nima: solo se sabía de la existenda de los electrones. Rutherford y
Bohr habían transformado esa visión durante sus años de trabajo
en Mánchester y ahora veían cómo sus respectivas instituciones,
el Instituto de Física Teórica de Copenhague y el laboratorio Ca-
vendish de Cambridge, eran el centro de la física mundial, en con-
creto, de la física nuclear.
De hecho, se considera el año 1932 como el annus mirabilis
del Cavendish: no solo se descubrió en el laboratorio de Cam-
bridge el neutrón y se manufacturó el positrón, sino que también
se construyó allí con éxito el primer acelerador de partículas, con
el que los físicos John Douglas Cockcroft (1897-1967) y Emest
T.S. Walton (1903-1995) consiguieron la primera desintegración
nuclear artificial de la historia.
La existencia del neutrón y el positrón, junto con la pro-
puesta de los neutrinos, can1bió radicalmente la manera de enten-
der el núcleo atómico y, gracias a tales descubrimientos, se pudo
dar una primera explicación coherente del que fuera el primer
fenómeno nuclear: la radiactividad. Porque, si el núcleo está com-
puesto solo de protones y neutrones, y se sabía con certeza que la
radiación j3 la fom1aban electrones que no estaban en la corteza
del átomo, ¿de dónde surgían dichos electrones? Además, Pauli
128 DUELO DE TITANES: EL DEBATE EINSTEIN-BOHR