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había introducido en 1930 una partícula casi fantasmagórica (sin
         carga, sin masa y casi indetectable), el neutrino, que se emitía en
         la radiación ~-
             La primera teoría,  todavía válida en sus principios funda-
         mentales, la formuló Enrico Fermi (1901-1954) en diciembre de
         1933. Esta teoría era tan rupturista que en sus primeros intentos
         de publicarla, los editores de las principales revistas científicas
         rechazaron su artículo por considerarlo excesivamente especula-
         tivo. Y esto, ¡tras veinte años de continuos sobresaltos en la física!


             «Los científicos no dependen de las ideas de un solo hombre,
               sino de la sabiduría combinada de miles de hombres, todos
                   pensando sobre el mismo problema y cada uno de ellos
                   haciendo su pequeña aportación a la gran estructura de
                       conocimiento que se va construyendo poco a poco.»

                                                              -  ERNEST RUTHERfORD.

             La teoría de Fermi sostenía que, en el núcleo, se puede dar
         el caso de que un neutrón se transforme en un protón + un elec-
         trón+ un neutrino, emitiéndose los dos últimos fuera del núcleo.
         Lo mismo podía suceder con la transformación de un protón en
         neutrón+ positrón + neutrino, dando lugar a la radiactividad ar-
         tificial que el matrimonio formado por Irene Curie (1897-1956),
         hija de Marie Curie, y Frédéric Joliot-Curie (1900-1958) acababa
         de  descubrir.  En estas transformaciones,  la masa,  la carga y
         otras magnitudes, como el espín, se conservaban. Como se ve,
         Fermi consolidó en esta teoría la idea de que las partículas ele-
         mentales no lo son tanto, sino que se pueden transformar unas
         en otras.
             Una idea similar utilizó Heisenberg, y poco después el japo-
         nés Hideki Yukawa (1907-1981), para explicar cómo podían los
         protones y los neutrones permanecer tan unidos en un espacio
         tan pequeño como el núcleo atómico. Atendiendo a las únicas
         fuerzas  conocidas hasta el momento, la gravitatoria y  la elec-
         tromagnética,  esa unión era imposible,  dada la repulsión elec-






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