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LOS RA VOS CÓSMICOS Y LOS POSITRONES

                     Entre  1910 y  1912  los  alemanes Albert  Gockel  (1860-1927)  y
                     Werner Kolhorster (1887-1946) y el austríaco Victor Francis Hess
                     (1883-1964)  habían  empezado  a  estudiar un tipo  de radiación
                     - desconocida hasta entonces-   proveniente de la atmósfera.
                     Usando globos aerostáticos, estos investigadores apreciaron que
                     la cantidad de carga eléctrica detectada en la atmósfera aumen-
                     taba con la altura, lo cual indicaba que la radiación proverúa de las
                     capas altas de la atmósfera o, por qué no, del espacio. Por eso se la
                     llamó Hohenstrahlen o Ultrastrahlen, literalmente «radiaciones
                     de las alturas» o «radiaciones del más allá».
                         El estadounidense Robert Andrews Millikan (1868-1953) les
                     dio el nombre de «rayos cósmicos» en 1925. El origen desconocido
                     de tal tipo de radiación le daba un halo de misterio al que Millikan
                     no pudo resistirse. Estudiar los rayos cósmicos era parte del gran
                     proyecto que el físico  americano tenía en mente.  Con la apari-
                     ción de la radiactividad a finales del siglo XIX,  los científicos eran
                     conscientes de estar asistiendo a procesos de transmutación de
                     la materia: unos átomos se convertían en otros con la emisión de
                     radiaciones positivas (a), negativas (~) o neutras (y).  Desde ese
                     momento las posibilidades que se abrían en el imaginario cientí-
                     fico  eran fascinantes:  se contemplaba la posibilidad de usar la
                     energía atómica, de sintetizar átomos en el laboratorio, de compren-
                     der totalmente la estructura del átomo. Las siguientes palabras
                     de Millikan nos muestran que su interés cósmico está relacionado
                     con las preguntas por la constitución de la materia:


                         Con el radio y el uranio no vemos más que el decaimiento [ de los
                         átomos]. Pero en algún lugar, de algún modo, es casi seguro que
                         estos elementos se están formando continuamente. Probablemente,
                         están siendo ensamblados ahora en los laboratorios de las estrellas.
                         [ ... ] ¿Podremos algún día controlar tal proceso? [ .. . ] Si lo consegui-
                         mos, ¡será un nuevo mundo para el hombre!

                        Para Millikan, la investigación sobre los rayos cósmicos era
                    un modo de investigar los procesos que ocurrían en las estrellas,






         124        DUELO DE TITANES:  EL DEBATE EINSTEIN-BOHR
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