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naciente  física cuántica,  Meitner creía que  los  electrones que
                      abandonaban el núcleo solo podían tomar unos determinados va-
                      lores fijos de energía. De este modo, el espectro j3  debía ser dis-
                      creto. Evidentemente, no es fácil observar tal espectro. El núcleo
                      emite electrones y radiación y, los cuales, a su vez, colisionan con
                      electrones de la corteza atómica. Desde fuera es difícil distinguir
                      qué electrones proceden directamente del núcleo y cuáles son
                      fruto de procesos secundarios.
                          En Cambridge, Ellis y James Chadwick (1891-1974) estaban
                      convencidos de que el espectro de los electrones nucleares era
                      continuo, es decir, que el núcleo emitía electrones con todos los
                     valores de energía entre un mínimo y un máximo, sin atender
                      a saltos cuánticos. Para Meitner, los resultados de Chadwick y
                      Ellis no tenían sentido, pues contradecían la mecánica cuántica.
                      Los investigadores del Cavendish, por su'prute, tenían una gran
                      confianza en la validez expe1irnental de sus resultados. Además,
                      Rutherford, director del Cavendish, no era muy amigo de la nueva
                     física cuántica, con lo que no le importaba que los resultados ex-
                     perimentales contradijeran sus postulados.
                         Aquí conviene hacer una aclaración: cuando decimos que un
                     núcleo emite electrones hay que tener en cuenta que en el labora-
                     torio no hay núcleos aislados, sino cantidades macroscópicas de
                     elementos, cuyos átomos emiten electrones. Por poca materia ra-
                     diactiva de la que se disponga, el número de átomos será del orden
                     de varios billones. Así, lo que se observa en el laboratorio es el
                     resultado combinado de la acción de todos estos átomos. No es
                     de extrañar, pues, que ante resultados experimentales semejantes
                     las interpretaciones sean distintas. Meitner y Ellis observaban lo
                     mismo: que el espectro de la radiactividad j3 era continuo, pero los
                     dos veían cosas distintas.
                         La discusión entre Berlín y Cambridge duró casi diez años,
                     hasta que entre 1927 y 1929 se llegó a un acuerdo en el que el
                     equipo inglés confirmaba su postura: los electrones de la radiac-
                     tividad  j3  tienen,  en origen,  energías que varían desde un valor
                     mínimo a un valor máximo; el espectro de energías de estos elec-
                     trones es continuo. De este modo parecía que se ponían en jaque
                     algunas de las ideas fundamentales de la física cuántica.






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