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FIG. 2
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Nitrógeno __ j
Hidrógeno Helio
de protones tenía que ser el doble que el de electrones nucleares,
ya que la carga eléctrica total del núcleo era igual al total de la
carga electrónica de la corteza, y así conseguir que el átomo fuera
eléctricamente neutro. Las leyes de la electricidad no explicaban
cómo los protones y los electrones podían estar en el núcleo, de
forma estable, sin que las repulsiones mutuas hicieran volar por
los aires el núcleo.
Una de las intuiciones más sólidas era la de prestar atención
a la radiactividad a. Esta correspondía a los núcleos de helio, los
cuales -siguiendo el modelo de protones y electrones- debían
estar compuestos por cuatro protones y dos electrones. Era in-
dudable que esta estructura era especialmente estable tanto den-
tro como fuera del núcleo, y podía dar alguna idea para entender
mejor la estructura y estabilidad de los núcleos y, a la vez, com-
prender mejor el fenómeno de la radiactividad.
Y es que, tras más de dos décadas estudiando la fenomeno-
logía de la radiactividad, es decir, los tipos de radiaciones, sus
energías y poderes de penetración, sus dispersiones con otras ra-
diaciones y otros cuerpos, etc., su desarrollo teórico era casi nulo.
Era obvio que la comprensión de la radiactividad y del núcleo
atómico eran dos caras de la misma moneda; ello vendría de la
mano del desarrollo de la mecánica cuántica.
Una vez más, fue un joven brillante y sin miedo al riesgo,
cuya carrera inicial también está ligada a la influencia de Bohr,
quien abrió la puerta de tal desarrollo. Se trata de George Gamow
DUELO DE TITANES: EL DEBATE EINSTEIN-BOHR 117