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esos elementos. Así, si se mira solo a la pantalla, sin imponer que
el electrón pase por uno u otro orificio, el electrón pasa por los
dos. Al considerar el electrón como corpúsculo, lo único que se
puede calcular es la probabilidad de que pase por un agujero o por
el otro. En cambio, si se impone que pase por uno de los orificios,
por ejemplo cerrando el otro, la difracción desaparece; pero al ha-
cerlo así, se ha intervenido sobre el electrón antes de que pudiera
decidir pasar por uno u otro orificio.
«La verdad y la claridad son complementarias.»
- NrnLs BoHR.
Así surge el indeterminismo, ya que no se puede determinar
con antelación por cuál de los dos agujeros pasará un electrón
dado; solo se puede calcular la probabilidad a partir de las con-
diciones iniciales y comprobar, al final del experimento, por cuál
ha pasado. De ahí la expresión «Dios no juega a los dados»: para
Einstein, el hecho de que el mundo fuera intrínsecamente inde-
terminado, que no se pudiera predecir con exactitud lo que iba a
suceder en el futuro, era una limitación que no se podía aceptar a
priori, ya que podría implicar que en el mundo no había causali-
dad, que las cosas pasaban sin una causa clara.
De este modo, el debate entre Bohr y Einstein se fue tomando
más y más filosófico. Filosófico no porque fuera alternativo ( o,
peor, contrario) a la ciencia, sino, precisamente, porque se estaba
debatiendo qué era y qué debía ser la ciencia. El concepto clave
para Bohr era el de «fenómeno», mientras que para Einstein era
el de «realidad objetiva». Con el tiempo, y fiel a su obsesión por
definir muy bien los términos que utilizaba, Bohr fue perfilando su
idea de «fenómeno» para refe1irse «exclusivamente a las observa-
ciones obtenidas bajo circunstancias específicas, incluyendo una
descripción de todo el experimento».
El planteamiento de Bohr significaba que la física y, por exten-
sión, toda ciencia, solo podía conocer el resultado de observaciones
en experimentos dados y no estaba legitin1ada para ir más allá en
sus pretensiones de conocimiento. Para Einstein, esto era del todo
DUELO DE TITA NES: EL DEBATE EINSTEIN-BOHR 113