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inaceptable, ya que implicaba un cierto pesinúsmo epistemológico
y una fuerte carga subjetivista. La ciencia, el ser humano, no podía
dejar de aspirar a conocer lo que él llamaba la «realidad objetiva»; es
decir, conocer cómo son las cosas en sí. Lo que Bohr proporúa era
abandonar ese intento y centrarse en cómo los seres humanos co-
nocemos, en especial en la escala cuántica, aceptando que nunca se
llegaría a traspasar esa barrera en nuestra capacidad de conocer la
realidad. Einstein estaba convencido de que la postura de Bohr era
únicamente un paso intermedio hacia una teoria más plena y total.
Tras sus intentos fallidos de desmontar la teoria de Heisen-
berg y Bohr, Einstein no tuvo más remedio que aceptarla, pero
CAUSALIDAD Y DETERMINISMO
Uno de los grandes temas en las discusiones que mantuvieron Einstein y Bohr,
y que desde entonces se ha repetido innumerables veces, es el del problema
de la causalidad a la hora de interpretar la mecánica cuántica. Los detractores
de la interpretación de Copenhague sostenían que Bohr estaba acabando con
uno de los pilares fundamentales de la ciencia: el principio de causalidad. Sin
embargo, esta acusación partía de una confusión entre determinismo y causa-
lidad que es bastante frecuente. El principio de causalidad sostiene que «todo
lo que sucede, sucede debido a una causa». En la interpretación habitual desde
tiempos de Newton, este principio se solía enunciar de un modo que solo en
apariencia significa lo mismo: «una causa siempre produce el mismo efecto».
Esta segunda formulación, sin embargo, hace referencia únicamente a un tipo
particular de causalidad: la causalidad determinista. Pero no toda causalidad
es necesariamente determinista. Si, por ejemplo, se siembra un campo con
semillas de trigo, algunas de estas semillas germinarán y otras no. A priori,
todas deberían germinar, ya que el tipo de suelo es el mismo y las condiciones
ambientales iguales. Pero, en realidad, esto no sucede. Las semillas no germinan
porque sí: sin suelo, ni agua, ni luz solar, ninguna semilla germinará. Todas las
que germinan lo hacen gracias a la presencia de tales condiciones favorables,
pero estas no garantizan que todas las semillas germinen. Algo análogo suce-
de con la mecánica cuántica. Siempre que se da un efecto, por ejemplo, una
desintegración radiactiva, esta se debe a la presencia de unas condiciones
favorables. Pero no siempre que estas condiciones están presentes se puede
afirmar que habrá desintegración. Con esto no se niega el principio de causa-
lidad, sino solo la posibilidad de predecir con exactitud todo lo que sucederá.
114 DUELO DE TITANES: EL DEBATE EINSTEIN-BOHR