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HIDRODINÁMICA CUÁNTICA

        Hasta su llegada al mundo de la materia condensada, a nadie se le
        había ocurrido aplicar la mecánica cuántica para derivar de ma-
        nera directa las propiedades generales de la transición que lleva
        al helio de ser un líquido normal a su estado superfluido, a pesar
        de que todo el mundo sabía que la mecánica cuántica debía jugar
        un papel crucial en el fenómeno. De hecho, la explicación a que el
        helio sea el único elemento que no solidifica a ninguna tempera-
        tura viene de la teoría cuántica.
            Debido a las fluctuaciones cuánticas, un sistema jamás va a
       poder encontrarse en un estado de energía cero. Según la física
        clásica, átomos y moléculas se encuentran en una continua vibra-
        ción salvo cuando se alcanza el cero absoluto (- 237,16 ºC); enton-
        ces se detiene todo movimiento.  Pero si tenemos en cuenta las
        leyes de lo muy pequeño, esto no puede ser así: lo prohfbe el prin-
        cipio de incertidumbre de Heisenberg. Por eso, incluso en el cero
        absoluto,  los átomos de helio tiemblan,  aunque sea muy débil-
       mente. Ahora bien, la atracción que aparece entre dos átomos de
       helio es muy pequeña; tanto, que esa escasísima energía que posee
        en el estado fundamental en el cero absoluto es suficiente para
       impedir que se unan formando una red sólida. Podríamos pregun-
       tarnos si esto sucede también con el hidrógeno, el elemento más
       ligero del universo, y la respuesta es no: la energía de la unión que
       aparece entre los átomos de hidrógeno es mayor que las fluctuacio-
       nes cuánticas asociadas al cero absoluto; el hidrógeno sí solidifica.
           En 1938, Fritz London había sugerido que la transición a la
       superfluidez podría ser un ejemplo de un fenómeno que describie-
       ran Einstein y el hindú Satyendra Nath Bose. A temperaturas nor-
       males, los átomos de un gas se distribuyen por todo el volumen
       del recipiente que los contiene. Pero a temperaturas extremada-
       mente bajas, del orden de unas pocas mil millonésimas de grado
       por encima del cero absoluto, los átomos pierden su identidad
       individual (resulta imposible distinguirlos) y se comportan como
       si fueran un único «superátomo»: es el condensado de Bose-Ein-
       stein (CBE), el estado de la materia que se encuentra por debajo
       del sólido (en 1995,  un grupo del Joint Institute for Laboratory






                                NUEVO COMIENZO, NUEVOS RETOS:  LA SUPERFLUIDEZ   119
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