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solía decir que estaba casada con un ignorante que tenía un doc-
                      torado. Le cambió su forma de vestir hasta tal punto que sabían si
                      ella estaba cerca porque llevaba una pajarita.  La miraban con
                      malos ojos, pues ella rehuía las reuniones sociales con físicos:
                      incluso Feynman perdió la oportunidad de encontrarse con Niels
                      Bohr, que estaba de visita en Pasadena, porque le dijo que esa
                      tarde no la iba a pasar con un viejo pesado. No es de extrañar que
                      muchos de sus amigos se preguntaran cómo era posible que se
                      hubiera casado con una mujer así.


          «No sé qué le pasa a la gente: no aprenden comprendiendo;
          aprenden de alguna otra forma, por la rutina, o de algún otro
          modo. ¡Que frágil es su conocimiento!»

          -  RICHARD FEYNMAN,  SOBRE  LA  FORMA  DE  ENSEÑAR  EN  LAS  UNIVERSIDADES  DE  BRASIL.

                         El matrimonio no podía durar.  Cuatro años más tarde,  en
                      1956, firmaron un acuerdo de divorcio que hizo las delicias de la
                     prensa. No porque Feynman fuera una persona pública, sino por
                     el motivo aducido, crueldad extrema: «Un profesor toca los bon-
                     gós y hace cálculos en la cama», «Calcula conduciendo, mientras
                     está sentado en el salón de su casa, al acostarse por las noches».
                     Feynman firmó que  «sin provocación, justificación o excusa de
                     cualquier tipo infligió un gravoso sufrimiento físico y mental».
                     Y con una pensión de diez mil dólares en tres años terminó un
                     matrimonio que nunca hubiera tenido que producirse.




                     VISCOSIDAD CERO


                     Todos los líquidos presentan oposición al fluir:  es la viscosidad,
                     producto de las fuerzas de rozamiento que aparecen entre las pro-
                     pias moléculas del líquido y entre estas y las de la superficie sobre
                     las que resbalan. Algunos, como el champú o la miel, son muy vis-
                     cosos. Otros, como el agua, no lo son tanto. Más radical es el cam-






          116        NUEVO COMIENZO, NUEVOS RETOS: LA SUPERFLUIDEZ
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