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bio del helio líquido por debajo de
-271 ºC: su viscosidad prácticamente
desaparece, convirtiéndose en super-
fluido (véase la figura). Esto hace que
podamos ver cómo el helio literal-
mente sube por las paredes del vaso
que lo contiene y se derrama en el ex-
terior y «se cuela» tranquilamente por
agujeros de un tamaño inferior a dos
diezmilésimas de milímetro.
Sin viscosidad, sin fricción, el
helio líquido podía fluir eternamente
dando esperanzas a quienes durante
siglos han intentado encontrar el
móvil perpetuo. Curiosamente, la na-
turaleza había proporcionado otro
tipo de móvil perpetuo que era bien
conocido por los físicos cuánticos: el
movimiento de los electrones alrededor del núcleo atómico. Nin- El helio
superfluido sube
gún tipo de fricción ni disipación de energía aparece cuando los por la pared del
recipiente hasta
electrones se encuentran en sus orbitales atómicos. ¿Estaría ahí la
que alcanza el
solución? ¿Podría trasladarse el lenguaje cuántico, propio y aparen- mismo nivel
dentro y fuera
temente exclusivo del mundo microscópico, al que ven nuestros del mismo.
ojos? ¿Sería cierto que una cantidad apreciable de líquido se en-
cuentre en un único estado cuántico, como el electrón en el núcleo?
Los físicos de materia condensada, con el soviético Lev Lan-
dau a la cabeza, habían desarrollado unas cuantas ideas que pare-
cían poder ser de utilidad para comprender el fenómeno. Una de
ellas era la noción de que existían unas nuevas entidades llamadas
cuasipartículas o excitaciones elementales, movimientos colecti-
vos que viajaban a través de la materia e interaccionaban unos con
otros como si fuera partículas de verdad. Una de estas cuasipartí-
culas es el fonón, una onda sonora cuántica. El helio líquido pare-
cía contener, decía Landau, unidades mínimas de rotación que
llamó ratones. Feynman estaba fascinado por estos fenómenos
del helio líquido y decidió dedicarse a dar una explicación a su
manera, a partir de primeros principios. Solo pudo con uno.
NUEVO COMIENZO, NUEVOS RETOS: LA SUPERFLUIDEZ 117