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particulares idiosincrasias: prefería no tener estudiantes de doc-
torado. Pero Bacher no le quería dejar escapar, así que le conven-
ció para mudarse a Pasadena, no sin antes disfrutar de un año
sabático en Río, de agosto de 1951 a junio de 1952. Fermi le escri-
bió: «Ojalá pudiera refrescar mis ideas nadando en Copacabana».
Su vida investigadora pasaba en la habitación del hotel Mira-
mar de Copacabana, donde hacía sus cálculos sobre los niveles
energéticos de los átomos ligeros (hidrógeno, helio, litio ... ). Vi-
viendo en un país donde quince años atrás la física no existía ( ni en
ningún otro país de Sudamérica), Feynman necesitaba estar en con-
tacto con su país para obtener los datos experimentales que nece-
sitaba En una época muy anterior a Internet, su única vía de hablar
con el Laboratorio de Radiación Kellogg del Caltech, pagado por las
ganancias de este vendedor de cereales para el desayuno, era a
través de un radioaficionado brasileño una vez por semana. «No
estoy totalmente a oscuras en Brasil», escribió Feynman a Fermi.
Sin embargo, no nos encontramos ante un Feynman brillante,
como él mismo reconoció:
Trabajé mucho y lo que obtuve fue razonable ... Sin embargo, llegué a
la conclusión de que yo tenía tantos parámetros que ajustar que no
puedo estar seguro de que mi trabajo resultara muy útil. Yo queria lograr
una comprensión bastante profunda del núcleo, y nunca estuve dema-
siado convencido de que aquel trabajo fuera realmente importante.
Realmente, trabajar no trabajó demasiado.
UNA«GAROTA»DECOPACABANA
«Un americano en Río»; así podría titularse la película que Feyn-
man pudo haber protagonizado en la ciudad del carnaval. A pesar
de afirmar que había nacido sordo para la música, encontró un
estilo que se ajustaba perfectamente a su forma de ser: dinámico,
improvisado, caliente, desconocido. La samba no aparecía en la
última edición de la Encyclopaedia Britannica, pero llegaba sin
114 NUEVO COMIENZO. NUEVOS RETOS: LA SUPERFLUIDEZ