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comenzaron siendo una curiosidad únicamente entendida por su
         creador y un par de colegas en Comell, pasaran a ocupar desde
         entonces un lugar muy central en la física teórica. Lo que surgió
         como un medio para poder manejar la QED, hoy se encuentra en
         prácticamente todos los campos de la física.


                         «El mundo surgió de una condición más ordenada
                                            en el pasado que en el presente.»
                                                                -  RICHARD FEYNMAN.

             Eso sí, Feynman y Dyson tenían una visión distinta de lo que
         significaban estos diagran1as. Para el primero, tal vez influido por
         el formalismo de la suma de trayectmias y su insistencia en ver las
         interacciones entre partículas sin la intervención de campos cuán-
         ticos,  los diagran1as  eran imágenes reales de procesos físicos,
         donde los electrones podían moverse de un lado para otro y ade-
         lante y atrás en el tiempo. El trabajo de Dyson cambió todo esto.
         Demostró cómo los diagramas podían deducirse de un conjunto
         fundamental de ecuaciones de la teoría cuántica de campos. Para
         Dyson, cada parte de cada diagrama representaba un tém1ino en
         una serie de ecuaciones. Los diagramas ayudaban a dilucidar cuá-
         les eran esas ecuaciones y las reglas que Feynman había desarro-
         llado para traducir los diagran1as a ecuaciones; no eran ad hoc,
         producto de una mente de prodigiosa intuición física, sino que se
         podían justificar mediante una serie de manipulaciones bien defi-
         nidas de las ecuaciones asociadas a la mecánica cuántica y a la
         teoría especial de la relatividad.
             Lo más curioso de todo es que Feynman no fue consciente de
         lo que tenía entre sus manos hasta enero de 1949, en el encuentro
         de la American Physical Society. Allí un físico llamado Murray
         Slotnick dio  una charla,  que  fue  aplastada por Oppenheimer
         cuando al final se levantó y anunció melodramáticamente al resto
         de los asistentes que los cálculos debían estar mal porque «viola-
         ban el teorema de Case»._ Slotnick no supo qué decir ...  ni nadie
         más en la sala porque se estaba refiriendo al trabajo de uno de sus
         posdoctorales, Kenneth Case, que ni tan siquiera había publicado






                                           LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: OED   109
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