Page 144 - 05 Feynman
P. 144
colegas de que su idea de los partones hacía muy fácil estudiar la
estructura del protón. Como solía hacer, no les impuso demasia-
das condiciones, salvo el que eran puntuales y que se movían li-
bremente dentro del protón, probando de este modo que podía
explicar maravillosamente bien los resultados del acelerador.
Realmente, los quarks de Gell-Mann y los partones de Feyn-
man eran caminos que se dirigían al mismo destino, y estos cons-
tituyentes de la materia definían un nuevo campo cuántico que
permitiría construir una teoría que diera cuenta de la interacción
fuerte. Pero nadie los había visto, aunque sí se habían intuido en
experimentos como el de Standford. Por este motivo, Feynman,
en combinación con dos estudiantes, se embarcó en 1970 en la
aventura de revisar el catálogo de partículas elementales para des-
cubrir si el modelo de los quarks podría estar subyacente. Al final
se convenció de ello; se convirtió, como el dijo, en «quarkeriano».
Mientras, Gell-Mann no perdía oportunidad de ironizar con
los partones llamándolos put-ons ( algo así como «tomadura de
pelo»). Le repelía hasta el nombre, que Feynman había derivado
de la palabra inglesa part, parte. Incluso si en algún seminario al-
guien mencionaba el modelo de partones de Feynman, él inmedia-
tamente se levantaba y preguntaba qué era ese modelo. Gell-Mann
sentía que su colega había simplificado en demasía su modelo de
los quarks y no entendía por qué insistía en él cuando el suyo era,
a todas luces, más completo y mejor. Lo que no veía es que Feyn-
man había llegado a sus partones por un camino diferente al suyo:
mientras que Gell-Mann sacó sus quarks de la chistera matemática
de las simetrías y su concepción teórica del mundo, Feynman
había hecho lo propio buscando lo que siempre había hecho cada
vez que formulaba una teoría: ver si la posible estructura interna
de los hadrones tenía alguna consecuencia observable.
El espaldarazo al modelo de los quarks llegó en 1974. El lunes
11 de noviembre de ese año, un emocionado Richard Feynman
hablaba con su colega Harald Fritzsch en los pasillos del departa-
mento de Física Teórica del Instituto Tecnológico de California.
En el acelerador lineal de Stanford, el SLAC, ochocientos kilóme-
tros al norte, se acababa de descubrir una partícula que parecía
poseer uno de los quarks de Gell-Mann: el encanto.
144 DE LOS ÁTOMOS A LOS QUARKS