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posibilidad para la interacción débil. Tal charla fue el chupinazo
                      de salida para Feynman; su idea era, al final de todo, correcta:

                          Me levanté como una flecha de la silla y dije:  «Entonces, ahora lo
                          entiendo todo. Lo entiendo todo y mañana por la mañana os lo ex-
                          plico». Creyeron que estaba bromeando, pero no era así. Necesitaba
                          liberarme de la tiranía de S y T porque tenía una teoría para V y A

                          Feynman estaba convencido de que era la única persona en el
                      mundo que entendía c~mo la V-A producía una forma universal
                      para la interacción débil. A una velocidad sorprendente se puso a
                      escribir un artículo, su gran esperanza de proporcionar al mundo
                      una nueva teoría de la naturaleza.  Mientras,  Gell-Mann,  que se
                      había enterado de que Feynman estaba escribiendo su propuesta
                      y, a pesar de haber asegurado a Marshak que no lo iba a hacer, se
                      dispuso a hacer lo propio con sus ideas sobre la V-A. De este modo,
                      el director del departamento de física se encontró con que sus dos
                      mentes más brillantes estaban escribiendo sendos artículos sobre
                      el mismo tema.  Era algo  inaceptable y les pidió que formaran
                      equipo y redactaran uno solo. Sorprendentemente, aceptaron.
                          El artículo resultante, en palabras del físico Lawrence Krauss,
                      «fue un revoltijo de estilos, pero sin duda alguna una obra maes-
                      tra». Poseía lo mejor de ambos: el formalismo de Feynman para los
                      neutrinos y las reflexiones de Gell-Mann sobre simetrías y cantida-
                      des conservadas en las corrientes débiles. Mientras, el pobre Su-
                      darshan tuvo que soportar charla tras charla cómo se atribuía la
                      idea del V-A a estos dos físicos. Y a pesar de que los dos genios del
                      Caltech reconocieron por activa y por pasiva tanto sus conversa-
                      ciones con Marshak y Sudarshan como que ellos habían tenido
                      inicialmente la idea, el único artículo que se citó año tras año como
                      la referencia clásica sobre el tema fue el de Gell-Mann y Feynman.
                          Sin embargo, no era una teoría completa. Tampoco significó
                      el comienzo de una fructífera colaboración: había sido un matri-
                      monio de conveniencia y tenía fecha de caducidad. Ambos reco-
                      rrieron caminos paralelos y mientras Feynman se dedicó a otros
                      menesteres fuera de la física de partículas, Gell-Mann se embar-
                      caba en lo que iba a ser su gran contribución, merecedora del





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