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Una transfonnación de paridad convierte una esfera que rota
en un sentido en otra que lo hace en el sentido contrario. Esto po-
demos comprobarlo haciendo girar una pelota delante de un es-
pejo. Es más, la vieja cuestión de por qué un espejo cambia
izquierda por derecha pero no arriba por abajo es porque tras él se
oculta una transformación de paridad: invierte el eje perpendicular
al espejo manteniendo los otros dos, situados en el plano del
mismo. Esta situación es equivalente a la definición clásica de pa-
ridad, que se define como la simetría que surge al invertir todas las
direcciones espaciales.
La ley de conservación de la paridad nos asegura que objetos
con paridad in1par no pueden convertirse espontáneamente en ob-
jetos pares. Esto es importante, pues si no se cumpliese podrían1os
usar este cambio espontáneo de paridad para definir una derecha
e izquierda absolutas. En el caso de las partículas subatómicas, la
teoría dice que si la paridad se conserva, una partícula par no
puede desintegrarse dando una partícula par y otra impar, pero sí
puede hacerlo en dos impares o dos pares.
Sin embargo, los físicos habían descubierto que los extraños
kaones no obedecían esta regla. Se desintegraban en otras partícu-
las más ligeras llamadas piones, pero a veces eran dos y otras
veces tres. Una manera de explicar este comportamiento tan anó-
malo, explica Feynman, es que esa partícula:
A veces se desintegraba en dos piones y otras en tres piones. Pero
nadie lo iba a aceptar, porque hay una ley llamada la conservación
de la paridad que se basa en la suposición de que todas las leyes de
la física son simétricas a su imagen especular, y dice que una cosa
que se convierte en dos piones no puede convertirse también en tres
piones.
La única alternativa aceptable era que debían existir dos tipos
de kaones, cada uno con su paridad definida. Y esto también era
un problema porque estos dos kaones, que los físicos llamaron tau
y theta, era totalmente idénticos -ambos eran bosones, tenían la
misma masa y la misma vida media- y únicamente se distinguían
en ese insignificante detalle.
DE LOS ÁTOMOS A LOS QUARKS 135