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EL ELECTRÓN ES ZURDO
Esta era la situación en la primavera de 1956, cuando Gell-Mann y
Feynrnan empezaron a colaborar. Para entonces, Feynman era un
científico famoso entre sus colegas: sus diagramas formaban parte
de la vida cotidiana de los físicos y cuando pasaban por el Caltech
se esforzaban en ir a saludarle. Todo el mundo quería hablar con
él porque estaban deseosos de contarle sus problemas con la fí-
sica y él les escuchaba: la misma característica que le hacía irre-
sistible a las mujeres valía también para sus colegas.
Ese año ambos asistieron al encuentro más importante de la
física de partículas, la Conferencia de Rochester, pues todavía se
celebraba en esta ciudad al norte del Estado de Nueva York,
desde la cual, y por casualidades de la vida, a mediados del siglo
x1x se había diseminado al mundo el espiritismo moderno. El
rompecabezas tau-theta flotaba en el ambiente. En la noche del
viernes un joven llamado Martin Block le dijo a Feynman por qué
la paridad tenía que conservarse en la interacción débil: a lo
mejor ambos eran procesos de una misma partícula que violaba
la conservación de la paridad. Feynman estuvo a punto de lla-
marle idiota por pensar semejante cosa, pero enseguida se dio
cuenta de que no se le ocurría una respuesta adecuada.
Al día siguiente, cerca del final de la última sesión del sábado,
Feynman se puso en pie y preguntó, acreditando la paternidad de
la idea a Block, si la interacción débil podía violar la paridad.
Las actas del congreso revelan que respondió un joven teórico
llamado Chen Ning (Frank) Yang. Dijo que estaba investigando
esa posibilidad, pero aún no había llegado a ninguna conclusión.
Sin embargo, el propio Block recordaba que la respuesta de Yang
fue otra: no tenía pruebas de que existiera tal violación. Tras la
reunión, Feynman y Gell-Mann discutieron sobre este asunto y
llegaron a la conclusión de que no había ninguna razón de peso
para afirmar que la fuerza débil no violara la conservación de la
paridad. Pero si era así, cualquier cosa podía suceder. Y a nada
podía darse por seguro. De regreso a su universidad, Yang y su
compañero Tsung Dao Lee revisaron todos los datos experimen-
tales disponibles y no encontraron ninguno que pudiera dejar zan-
DE LOS ÁTOMOS A LOS QUARKS 137