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premio Nobel. Feynman regresó a este campo tiempo más tarde
         para convencer a sus colegas de que la gran invención de Gell-
         Mann, los quarks, debía ser real.




         AL INTERIOR DEL PROTÓN


         Sucede con relativa frecuencia que las matemáticas vienen a sacar
         las castañas del fuego a los científicos. Durante el siglo XIX se había
         desarrollado toda una rama de la ciencia que clasificaba las sime-
         trías organizándolas en grupos: es la llamada, a la sazón, teoría de
         grupos. En ella, un grupo de simetrías es el conjunto de todas las
         transformaciones de un cierto tipo que dejan algo invariante. Lo
         que en un principio era una teoría tremendamente abstracta y, por
         tanto, con ninguna utilidad práctica, se reveló a mediados del siglo
         xx como fundamental para entender la física de lo muy pequeño.
             En 1962, Murray Gell-Mann anunció en la Organización Euro-
         pea para la Investigación Nuclear de Ginebra (CERN) que el caos
         de partículas se podía organizar siguiendo unos criterios que bau-
         tizó como «el camino óctuple», en clara alusión a la filosofía bu-
         dista. Su teoría -que también fue formulada independientemente
         por el israelí Yuval Ne'eman- predecía una nueva partícula,  Q-
         (omega menos), que fue  descubierta al año siguiente primero en
         Brookhaven y luego en el CERN.  Gell-Mann, y al mismo tiempo
         Ne'eman, estaban estudiando la interacción fuerte, la fuerza que
         hace que protones y neutrones queden pegados en el interior del
         núcleo atómico. Ambos descubrieron en el cajón de sastre de las
         simetrías una que les venía muy bien para describirla: los grupos
         de Lle, llamados así en honor del matemático noruego Sophus Lie.
         En particular, uno con el esotérico nombre de SU(3), de donde se
         deducía la existencia de partículas más pequeñas a partir de las
         cuales se construían los protones y neutrones: Gell-Mann los llamó
         quarks (véase la figura 1). La idea proponía que las partículas pe-
         sadas, como los protones, los neutrones o los mesones, estaban
         construidas a partir de estas partículas más pequeñas que poseían,
         y esta era una de las sorpresas, cargas eléctricas fraccionarias,






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