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cesa de Bagneres-de-Bigorre, cerca del Pie du Midi, estuviera prác-
      ticamente consagrada a estas nuevas partículas, que ya merecían
      el apodo de «extrañas». Tal era el clima que la primera página de
      las actas del congreso anunciaba: «Las partículas descritas en este
      congreso no son totalmente ficticias, y toda analogía con partículas
      existentes en la naturaleza no es una pura coincidencia». Para los
      casi cuatrocientos físicos que allí se reunieron representó un mo-
      mento in1portante de sus vidas. La existencia de las partículas «ex-
      trañas» era francamente escandalosa: «Era corno si la naturaleza
      se permitiera fantasías,  corno si pudieran existir nuevos fenóme-
      nos sin estar realmente integrados en la marcha del mundo», co-
      mentó el físico  francés  Michel  Crozon. Al  poco de temünar el
      congreso, un joven físico llamado Murray Gell-Mann, de la Univer-
      sidad de Chicago, introducía el concepto de extrañeza, una nueva
      cualidad de las partículas subatónücas. ¿ Qué hacía alú? Y lo que
      era más acuciante: ¿Cómo integrarla en un esquema coherente?





      EXTRAÑEZA

      Desde hacía una década los físicos  creían entender moderada-
      mente bien las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: la
      gravedad, que gobierna el mundo de los planetas y las estrellas;
      la electromagnética, que domina las reacciones químicas y los
      procesos eléctricos; la fuerza fuerte, responsable de mantener
      unidos los protones y neutrones en el núcleo atómico; y la fuerza
      débil, que da cuenta de los lentos procesos de la desintegración
      radiactiva. Cada una de ellas jugaba en su propio patio, perfecta-
      mente definido. Pero entonces los aceleradores empezaron a es-
      cupir partículas J\ en cantidades nada despreciables. ¿ Cómo era
      posible que · en el bien estructurado campo de las partículas apa-
      reciera una que su creación pareciera estar bajo la batuta de la
      fuerza fuerte, pero su desintegración apuntara a que estaba gober-
      nada por la fuerza débil? ¿A qué era debida esta mezcla?
          Para explicarlo, Gell-Mann propuso en 1952 la existencia de
      una nueva característica fundamental del mundo subatómico, que






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