Page 32 - 05 Feynman
P. 32
mino». Los electrones no siguen unas trayectorias definidas como
hacen las balas que dispara la metralleta, cuando un fotón choca
con un átomo haciendo saltar uno de los electrones a una órbita
superior, el electrón lo hace instantáneamente, sin atravesar el
espacio intermedio. El electrón deja de existir en un punto para
aparecer simultáneamente en otro: este es el famoso y desconcer-
tante salto cuántico.
Así de desconcertante era la física a la que se iba a enfrentar
Richard Feynman.
EL MUNDO DESDE EL MIT
La física de principios de siglo estaba dominada por Europa. La
teoría cuántica se había desarrollado a espaldas de Estados Uni-
dos, que estaba comprando cerebros a golpe de talonario. En el
invierno de 1932 Abraham Fexner, el primer director y fundador
del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, convenció a
Albert Einstein para que se convirtiera en el primer profesor del
instituto; el 17 de octubre del año siguiente Einstein, en compa-
ñía de su segunda mujer Elsa, su secretaria Helen Dukas y su
ayudante Walther Mayer, llegaron a Nueva York. Como dijo el
físico francés Paul Langevin, «es un acontecimiento tan impor-
tante como podría serlo la mudanza del Vaticano al Nuevo
Mundo. El papa de la física se ha mudado de casa y Estados
Unidos se ha convertido en el centro mundial de las ciencias
naturales». Fue allí, entre los árboles que llevaban a su casa en
la calle Mercer, donde se forjó esa imagen legendaria que nunca
le abandonó.
La física norteamericana tenía unas preocupaciones diferen-
tes a la europea. Mientras en el viejo continente se discutía sobre
las implicaciones filosóficas de la mecánica cuántica, la estado-
unidense seguía empapada por el espíritu de Edison. La física
teórica debía estar al servicio de la física experimental. « Un físico
teórico solo debe pedir una cosa a sus teorías -exclamaba desa-
fiante Slater a la luz de la revolución conceptual que llegaba
32 UN NUEVO MUNDO CUÁNTICO