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EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE «A LA ASIMOV»

              En  su  libro Asimóv on physics (1976), el
              escritor científico  ruso  Isaac  As imov
              (1920-1992) explica la  relación  entre la
              energía y el tiempo con la siguiente ana-
              logía: en  una clase hay un alumno que
              cada vez que se vuelve el profesor para
              escribir en la pizarra  le  gusta hacer de
              las suyas.  Si  no causa  mucho alboroto
              (lo que en el mundo cuántico correspon-
              de a una situación donde interviene una
              pequeña cantidad  de energía), y  sola-
              mente saca  la  lengua, lo  podrá  hacer
              durante un intervalo de tiempo signifi-
              cativamente largo. Sin  embargo, hacer
              otras proezas como ponerse de pie en-
              cima  del  pupitre  (mucha  energía),  le
              exige hacerlo muy rápido  para  que el
              profesor no le  pille. Puede parecer una
              violación  del sacrosanto  principio de
              conservación de la  energía, pero las re-
              laciones de incertidumbre de Heisen-  Isaac Asimov en 1965.
              berg  son  inapelables:  puedes  «tomar
              prestada» cierta cantidad de energía siempre y  cuando la  devuelvas  antes
              de que se  cumpla el  corto t iempo límite del «préstamo», y  es  más efímero
              cuanto mayor sea  la  cantidad de energía prestada.






        desde  Europa-:  hacer predicciones  razonablemente  buenas
        sobre los experimentos.» Nada más.  Un físico nuclear, Edward
        Condon ( que en la década de 1960 se haría famoso por dirigir el
        Proyecto OVNI de la Universidad de Colorado) explicaba con iro-
        nía lo que él entendía que era el trabajo de los físicos teóricos:
        «Estudian cuidadosamente los resultados obtenidos por los ex-
        perimentales y luego reescriben su trabajo en artículos tan mate-
        máticos que resultan difíciles de leer incluso para ellos mismos».
            Si así se pensaba de la física teórica, era imposible que salie-
        ran mejor paradas las matemáticas. A pesar de todo, Feynman






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