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LOS COMIENZOS DE LA BOMBA ATÓMICA
El físico estadounidense de origen hún-
garo Leó Szilárd (1898-1964) fue el pri-
mer científico que pensó seriamente en
construir bombas atómicas. Se le ocurrió
tras leer el relato de ciencia ficción de
H.G. Wells The World Set Free. Había hui-
do a Londres en 1933 evitando la perse-
cución nazi y allí leyó una reseña en el
periódico The Times de una conferencia
dada por Ernest Rutherford en la que re-
chazaba la posibilidad de poder usar la
energía atómica algún día. Esta idea, jun-
to con el pensamiento de que Rutherford
se equivocaba, permaneció en su mente.
Y, finalmente, la tarde lluviosa y gris del
12 de septiembre, mientras esperaba en
un semáforo, tuvo la idea que abriría la
puerta a la energía encerrada en el áto-
mo: una reacción en cadena (consiste en Leó Szilárd, probablemente el primer
que una vez iniciado un determinado científico que pensó seriamente en
construir bombas atómicas.
proceso, se mantiene e incluso puede
aumentar su ritmo hasta descontrolarse).
En su primer intento de generar una reacción nuclear en cadena Szilárd utili-
zó berilio e indio, pero no lo consiguió (no la producen). Durante 1936 cedió
la patente de la reacción al almirantazgo británico para asegurar el secreto.
En 1938 aceptó la oferta de le! Universidad de Columbia de seguir realizando
allí sus investigaciones y se mudó a Nueva York, donde se puso en contacto
con el físico italiano Enrico Fermi justo en el momento en que los alemanes
Hahn y Strassmann anunciaban la primera fisión nuclear. Fermi y Szilárd se
habían dado cuenta de que el uranio podía mantener una reacción en cadena
y lo demostraron experimentalmente al año siguiente. Al apagar los instru-
mentos y marchar a sus casas, Szilárd tuvo su propia epifanía: «Esa noche tuve
muy pocas dudas de que el mundo se dirigía a sus horas más dolorosas».
años que se había incorporado a la universidad el año anterior:
John Archibald Wheeler. Princeton lo habí¿i contratado, al igual
que a Wigner, para impulsar el programa de física nuclear. Catalo-
gado por sus colegas como una mente monstruosa, fue mentor y
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