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maestro de una generación de físicos que han destacado por sus
contribuciones a la cosmología y la relatividad; fue quien dio nom-
bre a los agujeros negros y dirigió cincuenta tesis doctorales, lo
que tratándose de un físico teórico supone una cantidad enorme.
En 1939 Wheeler era un joven profesor de ojos grises, con
maneras y ropa de gentleman. Feynman era su profesor ayudante
y le sustituía cuando se ausentaba, primero en las clases de mecá-
nica y luego en las de f'ISica nuclear. Semanalmente se reurúan para
enfocar y revisar su trabajo de investigación. Poco a poco esa rela-
ción tutor-estudiante fue convirtiéndose en una relación de cole-
gas en un momento en que la física de partículas no disfrutaba de
la popularidad que tendría décadas más tarde. De hecho, para el
congreso de física teórica que se iba a celebrar en Washington en
1940 los organizadores barajaban dos posibilidades: partículas ele-
mentales o el interior de la Tierra. Se decantaron por esta última.
Con todo, Feynman sabía que estaba ante un terreno que pro-
metía mucho. Cuando leyó el libro de mecánica cuántica de Dirac,
descubrió que había un pensamiento que impregnaba todo el texto:
había demasiadas incógnitas y se necesitan nuevas ideas. Dirac y
otros pioneros de la electrodinámica cuántica (la rama que estudia
la relación entre la electricidad, el magnetismo, la luz y la materia)
habían llegado tan lejos como habían podido, pero la teoría seguía
incompleta. Ése sería el camino que iba a tomar Feynman.
UN CAMINO INACABADO
La teoría cuántica había conocido sus años dorados entre 1924 y
1927, pero todavía quedaba mucho por hacer. No se entendía
muy bien cómo manejar las relaciones de incertidumbre obte-
nidas por Heisenberg, ni tampoco qué hacer con las ondas de
materia de De Broglie, ni mucho menos cómo incorporar la rela-
tividad de Einstein a este cuadro complejo.
El lunes 24 de octubre de 1927 comenzó en el Instituto de Fi-
siología de Bruselas el quinto Congreso Solvay ( cuyo tema princi-
pal fue «Electrones y Fotones»), el más importante de la historia
DE PRINCETON A LA BOMBA ATÓMICA 47