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resolver un problema matemático:
       la interpretación física ya la busca-
       ría después.  El  reto  consistía en
       que, si se tenía que incluir la relati-
       vidad  especial,  el tiempo  debería
       entrar  en  la  ecuación  en  pie  de
       igualdad con las tres dimensiones        ----•-
       espaciales (x , y,  z;  o largo,  alto y
       ancho): sería la cuarta dimensión.
       En la ecuación de Schrodinger el
       tiempo  no  tiene  el  mismo  trata-
       miento que las coordenadas espa-
       ciales,  lo que  la convierte  en una
       ecuación  no-relativista.  La  ecua-
       ción de Klein-Gordon cumplía esa
       condición, pero hacía aguas a la hora de explicar el espectro del   El espín suele
                                                                     explicarse
       átomo de hidrógeno. Además, en ella no aparecía por ningún lado   (erróneamente)
       una nueva característica de los electrones que el físico austriaco   como el sentido
                                                                     de rotación de
       W olfgang Pauli - un genio que a la tierna edad de dieciocho años   una partícula
                                                                     subatómica.
       era un experto en relatividad- había postulado para explicar cier-  Sin embargo,
       tos resultados experimentales obtenidos por Otto Stem y Walther   estamos ante una
                                                                     propiedad
       Gerlach en 1922: el espín (véase la figura). Para visualizarlo, los fí-  exclusivamente
       sicos imaginaron que si el electrón era una pequeña esfera cargada,   relativista,
                                                                     no clásica.
       entonces podría rotar sobre sí mismo como hacen los planetas: eso
       era el espín.  Pero aquí termina la analogía; si bien el giro de un
       planeta puede tener cualquier valor,  el espín del  electrón solo
       puede tomar dos, que se asignan arbitrariamente como +½y-½.
           Gracias a un uso creativo de las matemáticas Dirac obtuvo la
       primera ecuación que unificaba las dos grandes teorías de comien-
       zos del siglo xx.  Fue todo un tour-de-force, un triunfo conceptual.
       Al  introducir un espacio-tiempo cuatridimensional en la teoría
       cuántica obtuvo de manera natural un cuarto grado de libertad del
       electrón que, sin mucho esfuerzo, Dirac identificó con el espín.
       Fuera lo que fuera el espín, de ningún modo se correspondía con
       una rotación del electrón. Se trataba de un resultado exclusiva-
       mente cuántico-relativista, sin paralelo alguno con la física clá-
       sica.  En ese sentido era y  es absolutamente  diferente a  otras






                                          DE  PRINCETON A  LA  BOMBA ATÓM ICA   49
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