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¿Cuál es la causa de que esté alú? Evidentemente, el planeta que
tenemos bajo nuestros pies.
Pero no solo eso. Si lanzamos en línea recta una partícula con
carga eléctrica, como un electrón, y analizamos con cuidado su
trayectoria, podremos distinguir que, al igual que pasó con la pera,
«algo» modifica su camino, y no es la gravedad. Si repetimos mu-
chas veces el experimento nos daremos cuenta de que ese «algo»
LIMADURAS DE HIERRO E IMANES
Lo que habitualmente llamamos fuerza (ya sea gravitatoria, eléctrica o mag-
nética) no es otra cosa que el efecto visible sobre la materia de un campo
que llena el espacio. Y más importante aún: la materia posee diferentes pro-
piedades (en nuestro caso hemos descubierto dos: la masa y la carga) que
la hacen sensible a los diferentes campos; si no posee alguna de ellas (por
ejemplo, si su carga eléctrica es cero), el campo correspondiente no le influ-
ye, es como si no existiera. Faraday puso de manifiesto la existencia de esos
campos con un experimento muy común en la escuela: echamos limaduras
de hierro sobre un papel y debajo ponemos un imán. A los pocos segundos
estas se organizan formando un patrón característico. Si quitamos el imán y
movemos un poco el papel, la peculiar estructura desaparece, lo que significa
que, mientras estuvo el imán, el campo magnético que generaba modificó
las propiedades del espacio.
Al colocar las
limaduras de hierro
junto a un imán,
estas se organizan
a su alrededor,
poniendo de relieve
la existencia de un
campo magnético
en esa región
del espacio.
DE PRINCETON A LA BOMBA ATÓMICA 53