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propiedades del electrón, como su momento angular orbital, que
se podía relacionar con la cantidad física que describe la trasla-
ción del electrón alrededor del núcleo atómico. La interpretación
de lo que es el espín sigue siendo oscura incluso en la actualidad,
pero sabemos que en presencia de un campo magnético puede
alinearse en dos direcciones: arriba y abajo. Esta extraña propie-
dad del electrón es la que permite que, por ejemplo, se hagan re-
sonancias magnéticas en los hospitales.
La ecuación de Dirac se extendió como la pólvora y todo el
mundo estaba de acuerdo en que era la solución ( véase la figura de
la página siguiente). Sin embargo, había un pequeño inconveniente:
las dos posibles orientaciones del espín del electrón que había ob-
tenido Dirac eran la mitad de las soluciones. Había otras dos que
se correspondían con unos misteriosos estados del electrón de
energía negativa Lo que estas soluciones «de más» significaban era
que el electrón podía saltar de su estado normal de energía positiva
y carga eléctrica negativa a otro de energía negativa y carga eléc-
trica positiva. Nadie había observado semejante transición y arro-
jaba serias dudas sobre la validez de la ecuación de Dirac. Bohr
escribió en 1928: «Dirac estuvo aquí [Leipzig, junio de 1928) y dio
una bonita charla sobre su ingeniosa teoría. Sin embargo no tiene
más idea que nosotros de cómo deshacerse del problema+ e--e».
Dirac lidió con el problema durante dos años hasta que en
diciembre de 1929 perfiló una solución. Él partía de la suposición
de que en el universo tenemos un mar de energía negativa total-
mente ocupado por electrones. No hay forma de saber que están
ahí porque no interaccionan con nada: son como el telón de fondo
de un teatro sobre el que se mueven los actores, el mundo de la
energía positiva que sí podemos medir. Pero puede darse el caso
que uno de esos electrones que pueblan ese mar «salte» y poda-
mos observarlo, dejando tras de sí un «agttjero» de energía nega-
tiva. ¿Cómo veríamos ese hueco? Este era el punto fundamental
de la interpretación de Dirac. En nuestros instrumentos de medi-
ción aparecería como una partícula con carga eléctrica positiva.
Dirac primero pensó que su aspecto sería el del protón, pero sus
colegas le señalaron que el electrón tenía una masa 2 000 veces
Ínás pequeña, luego era imposible que al saltar del mar de energía
50 DE PRINCETON A LA BOMBA ATÓMICA