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cede es señal de que algo anda mal en la teoría. El problema de la
                     autoenergía del electrón, debida a la interacción de él mismo con
                     su propio campo, es un problema sin solución.
                         En  1929  Heisenberg  y  Pauli  consideraron  este  problema
                     desde el punto de vista cuántico descubriendo, con horror, que el
                     problema tampoco se solucionaba: la autoenergía del electrón era
                     infinita. Esto era debido a que en la electrodinámica cuántica un
                     . electrón no es solo una partícula, sino que va acompañado de una
                     nube de fotones virtuales que aparecen y desaparecen, esto es,
                     fotones  que  el propio electrón emite y  reabsorbe antes de que
                     tengamos tiempo de detectarlos. Y como las relaciones de incer-
                     tidumbre de Heisenberg permiten que el electrón emita fotones
                     con una energía todo lo grande que queramos ...
                         Luego tenemos una teoría que nos permite hacer cálculos de-
                     tallados de lo que sucede cuando un electrón y un fotón interac-
                     cionan, como en el caso de la autoenergía del electrón, pero al
                     hacerlo aparecen infinitos por todos lados. Los físicos estaban
                     desesperados, pues no entendían qué hacer con ello;  el otrora
                     brillante Heisenberg abandonó el tema y se dedicó a estudiar la
                     ferroelectricidad --que, a pesar de su nombre, nada tiene que ver
                     con el hierro, sino con materiales aislantes-.
                         Feynman había estado dándole vueltas a este problema mien-
                     tras todavía era estudiante en el MIT.  En el otoño de 1940 volvió
                     a la carga y se planteó: ¿Por qué no eliminar estos infinitos prohi-
                     biendo que el electrón interaccione consigo mismo? Incluso pensó
                     algo más atrevido: ¿ Y si lo que llamamos campo electromagnético,
                     causado por el intercambio virtual de fotones, fuera una ficción?
                     ¿No podría ser el electromagnetismo nada más que la interacción
                     entre partículas cargadas, sin ningún campo de por medio? Como
                     dijo en su discurso de aceptación del premio Nobel:


                         Me parecía evidente que la idea de una partícula actuando sobre sí
                         misma no era necesaria; era algo estúpido. Así que pensé que los
                         electrones no podían actuar sobre sí mismos, solo lo podían hacer
                         con otros electrones. Esto significaba que no había ningún campo.
                         Lo que había era una interacción directa entre cargas, si bien es
                         cierto que con un retraso.





          56         DE  PRINCETON A  LA BOMBA ATÓMICA
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