Page 134 - 19 Marie Curie
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transcurridos y de los servicios prestados durante la guerra, Marie
no obtuvo ningún reconocimiento oficial por parte de los esta-
mentos públicos franceses, que aún no le perdonaban que hubiera
«manchado» el nombre de su marido.
EL VIAJE A ESTADOS UNIDOS
Marie era una celebridad mundial y, tras finalizar la guerra, mu-
chos periodistas llamaron a su puerta. Pero, dada la terrible ex-
periencia con la prensa durante el escándalo Langevin, Marie no
atendía a ninguno. Una americana particularmente insistente,
Marie Meloney, fue a París y decidió que no se movería de allí
hasta que no consiguiera entrevistarla. Cuando por fin se encon-
traron, se estableció una comunicación especial entre ellas, que
solo se interrumpiría con la muerte de la investigadora. Meloney
quedó impresionada por la timidez y modestia de Marie y por las
austeras condiciones en las que trabajaba. A Marie, por su parte,
la sedujo la fuerza y determinación de la periodista.
Meloney le propuso un plan para recaudar los 100 000 francos
que hacían falta para comprar el gramo de radio que Marie nece-
sitaba para su laboratorio. Se haría una colecta entre las mujeres
norteamericanas que culminaría con el viaje de Marie a Estados
Unidos para recoger el preciado elemento. Con el consentimiento
de Marie y con el fin de conseguir su objetivo, Meloney puso en
marcha un fabuloso aparato propagandístico. Trabajó incansable-
mente, persuadió, distorsionó y exageró todo lo necesario hasta
conseguir difundir el mito «Madame Curie» en Estados Unidos.
Obviamente, el asunto Langevin quedó borrado.
Marie Curie y sus hijas hicieron el viaje en mayo de 1921, que
tuvo su final apoteósico en la recogida del botín, un gramo de
radio encapsulado en plomo y este a su vez guardado en un cofre
de madera, en la Casa Blanca de manos del presidente Warren G.
Harding. Sin embargo, Marie se encontraba muy débil y no estaba
preparada para los baños de multitudes enfervorizadas que la es-
peraban. Al llegar al puerto de Nueva York un admirador le dio un
134 LA VIDA SIN PIERRE