Page 131 - 19 Marie Curie
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demasiado tarde para muchos soldados, por lo que decidió que
        era imprescindible contar con equipos móviles que recorrieran
        los frentes. Ahí se encontró con la oposición frontal del ejército:
        era demasiado peligroso que personal civil recorriera los campos
        de batalla, y además era un engorro que podía entorpecer las ma-
        niobras militares. Pero Marie fue inflexible: sería criminal dejar
        que los soldados murieran o quedaran incapacitados por no pres-
        tarles un servicio que ella podía ofrecer. Removió cielo y tierra,
        tanto en el Gobierno como entre las altas jerarquías militares, y
        su presencia en los frentes fue finalmente autorizada. Entonces
        requirió la ayuda de fabricantes de automóviles, de empresarios y
        de personas adineradas con automóvil propio para que los dona-
        ran al recién creado servicio de radiología. Para no depender de
        chóferes y mecánicos, ella misma aprendió a conducir y a arreglar
        las averías más frecuentes. Para equipar las unidades móviles em-
        pleó las fuentes de rayos X fabricadas en España por un industrial
        de Ciudad Real formado en Estados Unidos durante el boom de
        la electricidad, Mónico Sánchez. Las primeras unidades móviles
        estaban dispuestas a finales de octubre de 1914.
            Marie  contó  con una colaboradora de  excepción. Su hija
        Irene, que entonces solo tenía diecisiete años, se negó a estar en
        un pueblo de la costa con los «niños». Quería ser útil, pero sobre
        todo no soportaba estar lejos de su madre. Si Marie contó con el
        amor incondicional de mucha gente, no hay duda de que dos de las
        personas que la quisieron más apasionadamente fueron sus hijas.
        Marie e Irene realizaron cursos de enfermería, anatomía y radiolo-
        gía que las habilitaron para trabajar en los servicios de radiología
        de los hospitales militares. Ambas realizaron su primer viaje el
        1 de noviembre a bordo de las unidades móviles que pronto fueron
        bautizadas como petites Curies. Aunque al principio no resultó
        fácil que los médicos militares se dejaran aconsejar por personal
        civil, que además eran mujeres que carecían de formación médica
        oficial, una vez superadas las reticencias iniciales, las ventajas de
        las radiografías fueron tan evidentes que su uso acabó por im-
        ponerse. Fumes, Joinville,  Poperinge, Amiens,  Reims, Verdún ...
        Ningún frente les fue ajeno. Marie sintió el inmenso dolor de ver
        miles de vidas segadas en plena juventud, pero tuvo la alegría de






                                                       LA  VIDA SIN  PIERRE   131
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