Page 77 - 19 Marie Curie
P. 77
EL BARÓN DE NELSON Y SU CÍRCULO
Cuando el rey Jorge V nombró barón de Nelson al científico más brillante que
habían producido las colonias, Ernest Rutherford (1871-1937) podía sentirse
orgulloso de haber realizado gran parte de los descubrimientos más relevantes
en el ámbito de la radiactividad: identificar la naturaleza de los procesos radiac-
tivos, diseñar un dispositivo para cuantificarlos, identificar las series radiactivas
y a partir de ellas idear un proceso para determinar la edad de la Tierra, descu-
brir la existencia de un núcleo en el centro del átomo, producir la primera
transmutación de un átomo en otro ... Y los descubrimientos que él no hizo, los
hicieron sus discípulos en el terreno que él había allanado. El que muchos han
definido como «el experimentalista más grande desde Faraday», fue además
un excelente maestro de genios, ya que tuvo una extraordinaria capacidad para
atraer a personas brillantes y creativas, y darles el espacio y el estímulo que
necesitaban para que cada una de ellas diera lo mejor de sí misma, y ello te-
niendo en cuenta que en muchos casos se trataba de personalidades suma-
mente complejas, como el químico Soddy, con sus heterodoxas teorías econó-
micas; el enmadrado Moseley, cuya brillante carrera se vio truncada por la
Primera Guerra Mundial; el siniestro Chadwick, a quien traumatizaba hablar en
público; el vitriólico Boltwood, enemigo declarado de Marie Curie, que terminó
suicidándose, no sin antes haber determinado la edad de la Tierra; el joven
alemán con una capacidad de trabajo apabullante, Hans Geiger, cuando aún no
había descubierto sus inclinaciones nazis; el danés Niels Bohr, que en su tesis
propuso el modelo atómico sobre el que se fundamenta toda la química; los
alemanes Fajans y Hahn; los ingleses Cockcroft, Walton y Appleton, que cons-
truyeron el primer acelerador de partículas ... Con todos ellos Rutherford man-
tuvo excelentes relaciones, llenas de afecto y respeto de los alumnos por el
profesor al que cariñosamente conocían como «el Cocodrilo».
Ernest Rutherford
(a la derecha) y
Hans Geiger en la
época en la que
diseñaron el
contador al que
daría nombre este
último.
GLORIA Y TRAGEDIA 77