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veces la actividad se veía afectada por factores espurios, tales como
que alguien abriera la puerta del laboratorio. Al igual que Pierre,
pensó que podía tratarse de una contaminación del polvo de la sus-
tancia radiactiva original, que se había depositado en las superficies
cercanas, y al igual que había hecho Pierre, limpió con agua estas
superficies para eliminar la posible contaminación. No obstante,
Rutherlord llegó más allá: trató las superficies radiactivas con papel
de lija y luego con ácido sulfúrico. Con este vigoroso tratamiento,
la radiactividad desapareció completamente, lo que indicaba que el
agente causante del fenómeno tenía una base material. Concluyó
que lo que Pierre había llamado «radiactividad inducida» muy pro-
bablemente era la radiación emitida por una nueva sustancia, la
cual tenía que ser extremadamente radiactiva, pues cantidades que
debían ser ínfimas, pues eran indetectables por cualquier método
de análisis, daban lugar a una actividad considerable.
Desde el principio Rutherford barajó la hipótesis de que el
agente responsable de la emisión tenía masa (¿cómo si no iba a
ser arrastrada por la lija y atacada por el sulfúrico?). No obstante,
no se atrevió a asignarle un carácter material, por lo que buscó un
nombre que pudiera dar cabida a otras hipótesis y llamó «ema-
nación» a esta especie de vapor radiactivo. Estaba convencido de
que la «radiactividad inducida» de Pierre y su «emanación» eran el
mismo fenómeno al que daban explicaciones diferentes. En junio
de 1900 el alemán Friedrich Dom descubrió que el radi.o emitía
una «emanación» similar a la detectada por Rutherlord en el torio.
Años más tarde ambas se identificarían como el gas noble radón,
pero durante mucho tiempo se las conoció con nombres distintos,
llamando «thoron» a la del torio, y «radón» a la del radio.
En marzo de 1901 Pierre Curie y André Debieme siguieron
estudiando la radiactividad inducida y observaron que era mucho
más intensa cuando operaba en una vasija cerrada, lo que inter-
pretaron como que se transmitía a través del aire. Cuando hacían
vacío en el recipiente que contenía la sustancia activa, la radiacti-
vidad inducida desaparecía. Como esto es lo que cabría esperar si
su origen era un gas, para Rutherford ese experimento fue la con-
firmación de que Pierre Curie estaba detectando la misma «ema-
nación» que él había descrito. Pero Pierre, que había adoptado el
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