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LOS ÁBACOS
Los sistemas babilónico, maya, egipcio, griego o romano, entre
otros, permitían el recuento, pero eran complicados a la hora de
calcular. Basta pensar en el producto de XIII por XXI utilizando
números romanos. Pero como la ingeniería o el comercio debían
seguir adelante, hubo que inventarse métodos que permitieran
realizar los cálculos que la civilización demandaba. Así apareció
la primera máquina de calcular de la historia: el ábaco.
Con pequeñas diferencias y alguna que otra variante, el ábaco
apareció casi a la vez en todos los continentes hace más de 3 000 años.
Ha sido, además, el artilugio más longevo, ya que se ha utilizado en
algunos países hasta bien entrado el siglo xx.
Posiblemente en su origen se linlitaran a una serie de marcas
en la arena, en la que se colocaban una serie de calculus (piedre-
cillas en latín, de donde procede la palabra cálculo). Después su
diseño varió, con la apaiición de una serie de varillas en las que
insertaban unas cuentas con las que se realizaban las operaciones.
En la figura 5 se observa una reproducción de un ábaco ro-
mano. En él aparecen una serie de líneas verticales, en las que cada
cuenta tiene el valor de una unidad en la parte inferior y de cinco
unidades en la superior. Por eso el valor que puede tener cada una
de las cuentas varía según el lugar y la posición en que se muevan.
Ilustración de un
ábaco romano.
FIG. 5 Sus columnas
representan
las unidades,
decenas, centenas
m ediante los
símbolos romanos
1, X y C, seguidos
de unidades,
decenas y
centenas de millar.
La parte de la
derecha se usaba
para representar
fracciones.
EL DISEÑADOR DE CALCULADORAS 45