Page 43 - 23 Dalton
P. 43
LOS CUÁQUEROS Y LA EDUCACIÓN
Todos estos detalles acerca de la situación económica familiar
de John Dalton pueden parecer excesivos al lector, así como la
sobreabundancia de información de su entorno religioso en el
que nos extenderemos. Sin embargo, sería difícil comprender la
obra y los hallazgos de Dalton sin poner atención a aquellos as-
pectos de su infancia que marcarían tanto su educación como su
carácter. Lo que en otros personajes sería información biográfica
superflua e irrelevante, en John Dalton constituye parte funda-
mental de su forma de ser y de entender la vida, cuyo último y
único fin fue enseñar y aprender, en su voluntario encierro en la
cercana Mánchester, ciudad por cuyas calles apenas transitaría
si no era para acudir a la Sociedad Lit & Phil, la biblioteca Pór-
tico o a su, eso sí, inexcusable partida de bolos cada jueves en
la cantina The Dog and Partridge Inn («El perro y la perdiz»).
Así pues, Cumberland era en aquel momento una próspera región
minera e industrial, con una serie de puertos importantes para el
comercio marítimo -en especial hacia el pujante Estados Uni-
dos, cuyos estados se habían declarado independientes de Gran
Bretaña en 1776 y fueron reconocidos como tales en 1783-, en
los que alguien como George Fox encontraría su mayor y mejor
acogida para sus estrictas creencias religiosas. Precisamente en
Cumberland el visionario Fox convertiría a sus ideas a familias
y poblaciones enteras. Además, los mismos intereses comercia-
les aquí y allá encajaban especialmente bien con su esquema de
organización social y prácticas éticas, y en muy poco tiempo se
tendieron fuertes lazos entre las comunidades establecidas de la
Sociedad de los Amigos: cuáqueros en la floreciente industria de
las Midlands, prósperos comerciantes en Londres, ricos residen-
tes en Filadelfia. Estas conexiones, junto con el gran interés por
la educación y la «filosofía natural» mostrado por muchos de sus
miembros, jugaron un papel clave en el favorable entorno educa-
tivo que vería crecer a John Dalton.
Algunos autores, como Elizabeth Patterson, según recogen
Jim Whiting y Marylou Morano en su biografía sobre John Dalton,
señalan que:
LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS 43