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LOS CUÁQUEROS Y LA EDUCACIÓN

      Todos estos detalles acerca de la situación económica familiar
      de John Dalton pueden parecer excesivos al lector, así como la
      sobreabundancia de información de su entorno religioso en el
      que nos extenderemos. Sin embargo, sería difícil comprender la
      obra y los hallazgos de Dalton sin poner atención a aquellos as-
      pectos de su infancia que marcarían tanto su educación como su
      carácter. Lo que en otros personajes sería información biográfica
      superflua e irrelevante, en John Dalton constituye parte funda-
      mental de su forma de ser y de entender la vida, cuyo último y
      único fin fue enseñar y aprender, en su voluntario encierro en la
      cercana Mánchester, ciudad por cuyas calles apenas transitaría
      si no era para acudir a la Sociedad Lit & Phil, la biblioteca Pór-
      tico o a su, eso sí,  inexcusable partida de bolos cada jueves en
      la cantina The Dog and Partridge Inn («El perro y la perdiz»).
      Así pues, Cumberland era en aquel momento una próspera región
      minera e industrial, con una serie de puertos importantes para el
      comercio marítimo -en especial hacia el pujante Estados Uni-
      dos, cuyos estados se habían declarado independientes de Gran
      Bretaña en 1776 y fueron reconocidos como tales en 1783-, en
      los que alguien como George Fox encontraría su mayor y mejor
      acogida para sus estrictas creencias religiosas. Precisamente en
      Cumberland el visionario Fox convertiría a sus ideas a familias
      y poblaciones enteras. Además, los mismos intereses comercia-
      les aquí y allá encajaban especialmente bien con su esquema de
      organización social y prácticas éticas, y en muy poco tiempo se
      tendieron fuertes lazos entre las comunidades establecidas de la
      Sociedad de los Amigos: cuáqueros en la floreciente industria de
      las Midlands, prósperos comerciantes en Londres, ricos residen-
      tes en Filadelfia. Estas conexiones, junto con el gran interés por
      la educación y la «filosofía natural» mostrado por muchos de sus
      miembros, jugaron un papel clave en el favorable entorno educa-
      tivo que vería crecer a John Dalton.
         Algunos autores, como Elizabeth Patterson, según recogen
     Jim Whiting y Marylou Morano en su biografía sobre John Dalton,
     señalan que:





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