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Gough es capaz de distinguir por el tacto, por el sabor o por el olor
cualquier tipo de planta dentro de veinte millas a la redonda.
En 1790 Dalton escribió cartas a su primo George Bewley y a
su primer tutor y próspero comerciante Elihu Robinson. También,
cómo no, consultó a John Gough e incluso a su tío Thomas
Greenup, hermano de su madre, que ejercía entonces como impor-
tante abogado en Londres. El propósito de Dalton no era otro que
abandonar Kendal para estudiar medicina o derecho. Los estudios
eclesiásticos estaban descartados, puesto que no había sacerdotes
entre los cuáqueros. Dalton, tal vez por primera y única vez en su
vida -arrastrado quizá por su ardor de juventud-, mostraba am-
biciones. Argumentó ante sus próceres que muy poca gente de pro-
bada capacidad para el comercio, los negocios o los estudios de
filosofía natural se resignaban a llevar una vida como maestros de
escuela. Que su deseo por desarrollar una profesión propia podía
conducirle a obtener mejores y mayores emolumentos para él y los
suyos -la comunidad-, y contemplaba como factible la posibili-
dad de estudiar medicina en la universidad escocesa de Edim-
burgo, dado que las famosas universidades inglesas de Oxford y
Cambridge estaban por aquel entonces vetadas para los cuáqueros,
puesto que se consideraban «disidentes» de la religión oficial an-
glicana. Para su sorpresa y disgusto, todas las respuestas que reci-
bió fueron contrarias a sus deseos. Su rico tío, por ejemplo, le
contestó que el estudio de medicina o leyes estaba totalmente
fuera del alcance de una persona de sus circunstancias ( económi-
cas, se entiende). Y le recomendó estudiar farmacia en lugar de
medicina, o la pasantía en lugar de la abogacía, de tal forma que
pudiera - si tenía éxito en tales estudios y con la ayuda de un pe-
queño capital- , establecerse por sí mismo llegado el momento.
Este revés no pareció afectar más allá de un año a John Dal-
ton. Volvió a sus conferencias de divulgación y en 1792 visitó Lon-
dres por primera vez con motivo de la reunión anual de la Sociedad
de los Amigos. El resultado de esta corta estancia en la capital
británica no se hizo esperar: Dalton recibió una oferta para ense-
ñar matemáticas y filosofía natural en Mánchester, en una nueva
academia que los cuáqueros - en unión con otros grupos religio-
48 LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS