Page 44 - 23 Dalton
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[ ... ] los cuáqueros tenían la necesidad imperiosa de desmarcarse de
                         otras religiones, y este sentido de la exclusividad para preservar sus
                         propias creencias hacía que los miembros más jóvenes fueran espe-
                         cialmente aleccionados para ello, necesitando por tanto sus propias
                         escuelas y maestros.

                         Esta manera de pensar y actuar, lejos de resultar perjudicial
                     para el niño John Dalton, fue  un estímulo constante a lo largo
                     de toda su vida. Su educación comenzó en la pequeña escuela de
                     Pardshaw Hall, a la que acudía diariamente junto con su hermano
                     mayor Jonathan, teniendo para ello que caminar más de tres kiló-
                     metros. Sin embargo, en una época donde el trabajo infantil es-
                     taba generalizado -y más en plena Revolución industrial- , y
                     donde solo uno de cada doscientos ingleses sabía leer, todo este
                     esfuerzo recompensado podía considerarse casi un privilegio. En
                     esta humilde escuela John Dalton llamó muy pronto la atención
                     de su maestro, John Fletcher. Bajo su tutela, Dalton se rindió ante
                     la ciencia, y leía casi cualquier libro que el entusiasta Fletcher le
                     proporcionaba. Sin embargo, la partida del maestro de Pardshaw
                     Hall condenó a la escuela cuáquera al cierre.
                         Tras la marcha de Fletcher, la comunidad decidió reabrir una
                     nueva escuela en Eaglesfield en un modesto granero. Y el maestro
                     no será otro que el mismo John Dalton. Con solo doce años, y
                     apremiado por la necesidad familiar de ingresos,  el preadoles-
                     cente John Dalton tendrá que vérselas con muchachos mucho
                     mayores que él, que en numerosas ocasiones se mostraban dis-
                     plicentes y violentos.  El joven Dalton apenas podrá lograr que
                     algunos memoricen el alfabeto. De esta dura etapa de la vida de
                     Dalton se cuentan anécdotas que tal vez pertenezcan al género de
                     la fábula, como que encerraba en la oscuridad a sus alumnos en la
                     clase hasta terminar las lecciones, o que llegó incluso a las manos
                     con uno de ellos en su intento desesperado por desasnar al mu-
                     chacho. También se afirma-con dudoso fundamento- que John
                     Dalton infligía duros castigos físicos a los niños. Este irregular
                     comportamiento, con ser un método habitual en la época y lugar,
                     puede nacer de la confusión con los procedimientos empleados
                     por su propio hermano mayor, Jonathan, con quien compartiría






         44          LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS
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