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ter, el 26 de julio de 1844.  Entre ambas fechas,  más de doscien-
                      tas mil entradas en casi sesenta años con datos de temperatura,
                      humedad, presión barométrica, lluvia o vientos. Dalton publicó
                      paulatinamente sus anotaciones y conclusiones. El primer opús-
                      culo, que vio la luz al poco tiempo de establecerse en Mánchester,
                      llevaria por título Meteorological observations and essays (Ob-
                      servaciones y ensayos meteorológicos) y apareció en el año 1793.
                          Su segunda gran pasión, antes de sumergirse de lleno, ya en
                      Mánchester, en la química e, involuntariamente, en el mundo de la
                      física atómica, fue también imbuida por el cuáquero John Gough,
                      y no fue otra que la botánica. Dalton recogía todo tipo de plantas,
                      que secaba, prensaba y clasificaba con exquisito cuidado.  Esto
                      último siempre bajo el sistema universal de la «nomenclatura bi-
                      nomial» propuesto por el famoso botánico sueco Carlos Linneo.
                      Hacia 1 790 Dalton había terminado la clasificación binomial de
                      gran parte de las plantas del entorno de Kendal y recogido su des-
                      cripción en once volúmenes. Estos volúmenes serían vendidos al
                      museo local de Kendal con el prosaico fin de obtener algunos in-
                      gresos económicos adicionales. Esta dura etapa de necesidades
                      terminaria en 1793 con su establecimiento en Mánchester.
                          A partir de ese año,  y durante los cincuenta que seguirían
                      hasta su muerte, viviendo siempre en Mánchester, John Dalton
                      solo tuvo una cosa en su mente: investigar. Dejó de interesarse
                      por cualquier otra cosa porque, según él mismo dejó escrito: «no
                      tenía tiempo para nada más». Aunque había escrito en las revistas
                      de las que era asiduo colaborador artículos de lo más variopinto
                      acerca de las relaciones humanas -asuntos tan chocantes como
                      el de la necesidad del uso del anillo en el matrimonio, los proble-
                      mas y ventajas del divorcio y las segundas nupcias,  o disquisi-
                      ciones de naturaleza propias de un mero consultorio amoroso- ,
                      sus relaciones sentimentales conocidas se limitaron a un breve
                      noviazgo con una viuda que no pasaron de una semana. Nada más.
                      A este respecto, John Dalton anotó (1794):

                          Durante este breve cautiverio perdí el apetito, balbuceaba y presen-
                          taba claros síntomas de esclavitud mental. Pero finalmente he recu-
                                                        .
                          perado mi libertad tras esta semana [ .. ].  Mi cabeza está demasiado




          50          LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS
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