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Dalton fue nombrado profesor encargado de filosofía natural y
matemáticas a su llegada, cobijado bajo el paraguas de su protec-
tor, el cuáquero ciego John Gough. A pesar de disponer de una
excelente biblioteca y de instrumental adecuado, las obligaciones
docentes ahogarían los primeros años de Dalton en Mánchester. A
las clases de filosofía natural y matemáticas se unieron pronto las
de química, la materia que centró su mayor interés.
Pero la Academia de Mánchester pronto empezó a atravesar
un sinfín de problemas -que años después acarrearían su tras-
lado primero a York, luego de vuelta a Mánchester y, finalmente,
a Londres-, que limitaron el trabajo incansable de John Dalton.
Prácticamente solo, en marzo de 1800 anunció su propósito de re-
nunciar a las clases en la Academia, aunque no quería abandonar
Mánchester, ciudad en la que se encontraba completamente inte-
grado. Así que en septiembre de ese mismo año abrió su propia
academia. Y lo hizo con el suficiente éxito como para sobrevivir
dignamente sin dejar de lado sus investigaciones. John Dalton ya
no abandonaría la enseñanza privada durante el resto de su vida,
pero el hito que realmente marcaría su proyección científica sería
el ingreso previo, el 13 de octubre de 1794, en la ya mencionada en
varias ocasiones Manchester Literary and Philosophical Society
(Lit & Phil). Sus padrinos fueron Thomas Henry (1734-1816), autor
que traduciría al inglés en 1776 la excepcional obr~ de Lavoisier
Opuscules physiques et chimiques, publicada en Francia en 1774,
Thomas Percival (1740-1804), pionero en la deontología médica
y la salud pública y autor de un código ético de gran influencia
en Inglaterra, y especialmente el carismático Robert Owen (1771-
1858), un galés que, desde la experiencia en la dirección de una
fábrica textil en Mánchester, daría los primeros pasos del coope-
rativismo dentro de la utopía socialista, por lo que fue conside-
rado el precursor de los movinuentos obreros y sindicales en su
país. Un entorno intelectual excepcional que colmaría las aspira-
ciones de un John Dalton definitivamente arraigado de por vida a
la industriosa Mánchester.
Solo un mes después de su elección como miembro de la Lit
& Phil, Dalton defendería su primer gran trabajo científico, ba-
sándose en su propia experiencia, acerca de la ceguera a la per-
54 LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS