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WILLIAM HENRY
Henry nació en Mánchester en 1774, hijo
de Thomas Henry y discípulo de Thomas
Percival, ambos cirujanos y miembros de
la Royal Society. En 1795 comenzó sus es-
tudios de medicina en Edimburgo, que fi-
nalizaría en 1807. Debido a su mala salud,
abandonó la práctica médica por la inves-
tigación química, en la que se hizo famoso
por sus experimentos sobre la cantidad
de gases absorbidos por el agua a dife-
rentes temperaturas y presiones (1803).
Publicó un exitoso Elementos de química
experimental, que tuvo más de once edi-
ciones en treinta años. Se suicidó de un
disparo en su capilla privada de Pendle-
bury, cerca de Mánchester, en 1836.
Ley de solubilidad de Henry
Podemos formular la famosa ley de solubilidad de Henry -en la que se refleja
la influencia de la presión externa sobre la solubilidad de los gases, si estos
no reaccionan con el disolvente en el que se encuentran- de la forma clásica
estudiada en los libros de texto actuales:
S=k·P,
donde Ses la solubilidad, o concentración del gas, k es la constante de Henry,
que depende solo de la temperatura y también de la naturaleza de gas y di-
solvente, y Pes la presión parcial del gas. Resulta súmamente fácil encontrar
un ejemplo cotidiano de esta ley en las bebidas gaseosas carbónicas. Antes
de abrirse la lata, el gas por encima del líquido es prácticamente C0 , y su
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presión es mayor que la atmosférica. Después de abierta la lata, las presiones
se igualan, y parte del gas sale del líquido como burbujas. Si dejamos un buen
rato abierto el refresco, su sabor ya no será el mismo, pues habrá perdido
buena parte del gas y, de esta forma, su interés. Este mismo concepto físico-
químico se emplea cuidadosamente en los procesos de descompresión de los
buceadores. Estos respiran aire comprimido que se disuelve en la sangre. Al
volver a la superficie, disminuye la presión parcial, y por tanto la solubilidad,
de los distintos gases en el torrente sanguíneo, con el riesgo de formación
de pequeñas burbujas en la sangre, que impiden su correcta circulación en
venas y arterias y pueden ocasionar la muerte. De ahí que las subidas deban
efectuarse lentamente.
58 LOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS