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cepción de determinados colores, que hoy se conoce gracias a él
                     como daltonismo.
                         El eco de este primer trabajo en la Lit & Phil fue, desde luego,
                     muchísimo mayor que  sus otros  trabajos publicados  anterior-
                     mente, como los ensayos meteorológicos o algunos dedicados a
                     las presiones de los gases. Con su entrada como miembro de pleno
                     derecho en la prestigiosa institución académica, John Dalton se
                     aseguraba no solo un lugar para trabajar con comodidad, sino tam-
                     bién un foro de amplio eco social, así como de excelente reputa-
                     ción. Dalton podía, por fin,  ordenar sus investigaciones, aunque
                     para subsistir no podía dejar de enseñar puntualmente en su aca-
                     demia privada, como expresó en una carta a su hermano en 1796:


                         He pensado que seis clases sobre química y otras seis sobre otras
                         materias podrían hacem1e ganar algo de dinero en mi propia academia





                     LA QUÍMICA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX

                     Para comprender mejor cuál fue el entorno en el que John Dalton
                     comenzó su andadura científica en el campo de la química una
                     vez se hubo instalado en Mánchester, ayudará resumir en esta
                     obra biográfica el estado de esta materia en la primera década
                     del siglo x1x.  La mayoría de los químicos, y Dalton no  era una
                     excepción, daban sus primeros pasos apoyándose en los trabajos
                     de Robert Boyle (1627-1691)  en Oxford, polifacético científico
                     irlandés considerado como el primer químico moderno,  en el
                     sentido de que abandonó, o al menos dejó de lado, las clásicas
                     creencias alquímicas. En la escuela de Kendal, John Dalton había
                     adquirido un conjunto completo de sus numerosos trabajos, es-
                     tudiándolos con avidez.  La aridez de los textos del gran Robert
                     Boyle a menudo llevaba a Dalton a estudiar química con los es-
                     critos del neerlandés Herman Boerhaave (1668-1738) que,  aun-
                     que más médico que químico, es considerado como uno de los
                     mejores enseñantes de su tiempo.  Catedrático de medicina en
                     Leiden, Boerhaave recopiló sus lecciones en Elementa chemiae






          56         LOS DI FÍCILES PRIMEROS AÑOS
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